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Islandia: Seljalandsfoss

En nuestro viaje a Islandia sabíamos que iba a ser imposible estar tranquilos haciendo fotos todos los días en la localización. Como era nuestro primer viaje queríamos ver varias de las localizaciones más famosas, tanto para fotógrafos como para turistas habituales. Este es el caso de Seljalandsfoss que se encuentra a dos minutos de la carretera 1 o la circular, la más transitada por los visitantes de la isla (a parte de que la cascada la ves si vas en dirección este desde la propia carretera).

Seljalandsfoss

Seljalandsfoss [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f13 y 1,3 segundos de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Una solución hubiese sido fotografiarla al amanecer, como hicimos en el caso de la cascada de Skógafoss. Pero en un viaje de solamente 10 días y con tantos sitios que queríamos ver, alguno tendría que ceder para no ser fotografiado en las mejores condiciones. De todas formas, Seljalandsfoss es una cascada para ser fotografiada en el atardecer. Dado que uno se puede meter detrás de la cascada y fotografiar el sol a través de ella durante la puesta.

Si habéis leído las entradas anteriores sobre este viaje a Islandia ya sabréis que cada dos por tres nos encontrábamos con un equipo de rodaje filmando una película. De las cuatro veces esta fue la que más molestó. Se habían metido dentro de la cascada y estaban formando una cola de turistas que también querían entrar dentro para ver la cascada desde allí. La opción era o no fotografiar la cascada o fotografiarla con gente y sencillamente dejarse llevar. Esto fue lo último por lo que optamos.

Vistas desde lo alto de Seljalandsfoss

Vistas desde lo alto de Seljalandsfoss [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f13 y 0,5 segundos de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Como queríamos estar algo tranquilos, un amigo y yo decidimos subir un montículo a la derecha de la cascada, según miras a la misma, para evitar algo el bullicio y poder concentrarnos. La idea que al principio parecía buena, comenzó a complicarse un poco durante la subida. El terreno estaba bastante mojado de las lluvias anteriores y con la pendiente que había, uno iba resbalando de vez en cuando. No me preocupaba la subida, sino la futura bajada, todo apuntaba que sería casi con mi culo rozándose ladera abajo. Cuando llegamos arriba del todo vimos que por otro lado había una subida mucho más tranquila, estaba claro que teníamos que haber estudiado el problema con más calma.

Seljalandsfoss

Vistas desde lo alto de Seljalandsfoss [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f13 y 0,5 segundos de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Desde arriba a parte de fotografiar la cascada también ganamos las vistas hacia el mar donde había unas fantásticas nubes que, con el delta del río, hicieron una foto que podéis ver acompañando este texto.

Como media hora antes de la puesta de sol la gente del rodaje empezó a recoger todo, y nosotros aprovechamos para acercarnos hasta la cascada y intentar fotografiarla desde atrás. Seljalandsfoss es una cascada de 60 metros de altura y meterse dentro de ella es bastante impresionante. Todas las fotos que hice desde ahí las tuve que tirar, fue imposible hacer una donde no tuviese alguna gota de agua sobre la lente o alguna zona empañada.

Seljalandsfoss y la granja

Seljalandsfoss y la granja [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f11 y 1 segundo de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Estuvimos hasta casi noche cerrada. Fotografiando la cascada ya desde el río, el (río líquido). No me he molestado en editar ninguna de estas fotos, la iluminación artificial que le han puesto a la cascada por su atractivo turístico no me acaba de convencer en los resultados.

Gljúfurárfoss

Gljúfurárfoss [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f13 y 0,4 segundos de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Al día siguiente nos acercamos a la cascada de Gljúfurárfoss, una cascada que está a un kilómetro de distancia de Seljalandsfoss. Es una cascada curiosa, dado que está dentro de una grieta. Las fotos que le hice desde fuera no me gustaron ninguna y os pongo decorando este artículo una desde dentro. Fotografiarla dentro es altamente complicado, esperar que la cámara se os esté mojando constantemente y vosotros también. Aunque había gente que pasaba haciendo equilibrios entre las rocas, realmente para meterse dentro sin muchas preocupaciones unas botas de agua es lo más recomendable.

Islandia: Cascada de Svartifoss

Era el tercer día en Islandia y ya estábamos mirando la predicción del tiempo de forma constante, era increíble lo que cambiaba de una esquina a otra de la isla y había que intentar maximizar al máximo las oportunidades fotográficas. La predicción del tiempo daba un día nublado por el sur de la isla. Así que decidimos que después de comer iríamos a fotografiar la cascada de Svartifoss, localizada bastante cerca del glaciar de Jükursárlón. Nada más llegar a la zona y viendo la gran cantidad de coches que había, sabíamos que solos no estaríamos durante nuestra sesión fotográfica.

Llegando a Svartifoss

Llegando a Svartifoss [Canon 5D Mark II con Canon 70–200f4L IS. Foto sacada a IS0100, f16 y 0,8 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Svartifoss significa cascada negra y este nombre le viene dado por sus columnas de de basalto que la rodean. Dichas columnas fueron formadas por el extremadamente lento enfriamiento de la lava. La cascada se ubica dentro del parque natural de Skaftafell, siendo uno de sus mayores atractivos turísticos a parte del glaciar que hay al lado.

Para llegar hasta la cascada hay que caminar un poco, casi dos kilómetros con algo de pendiente. En unos 20 minutos a paso normal y sin much dificultad se llega perfectamente (aunque algunos del grupo se quejaron algo…). Realmente el paisaje fue un cambio a lo que habíamos estado viendo hasta el momento en Islandia. De prácticamente a no ver ningún árbol, pasamos a encontrarnos en medio de un bosque de árboles pequeños. Era como estar entrando en un país completamente distinto.

Dentro de Svartifoss

Dentro de Svartifoss [Canon 5D Mark II con Canon TS-E 24 mm f/3.5 L II. Panorámica de 3 fotos sacadas a IS0100, f16 y 0,5 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Según ibas subiendo, pasabas al lado de otras cascadas de impresionante tamaño y al poco rato ya tenías un vista hasta el delta por donde desembocaba el rio que estábamos recorriendo a contracorriente. En ese punto el contraste en el paisaje era aún más destacado. Desde el propio bosque veías las planicies contra el mar sin un solo árbol.

Cuando llegas a ver las cascada, estás más alto que la misma. Lo cual crea una vista interesante para ver el tamaño de la misma. Mientras nos aproximábamos, aprovechamos para ir haciendo unas fotos con el 70–200. En las fotos de este artículo donde he dejado el puente y gente podéis observar el tamaño de la misma. En estas composiciones es donde más destaca el nombre de la cascada: cascada negra, al ver el contraste de la roca basáltica con el verde de los árboles que al rodea.

Marchando de Svartifoss

Marchando de Svartifoss [Canon 5D Mark II con Canon TS-E 24 mm f/3.5 L II. Foto sacada a IS0100, f16 y 0,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Una vez llegados a la cascada, aquello fue un poco el proceso de a ver quién daba la vez. El flujo de gente era constante y todos querían hacer foto. Con paciencia y esperando a que la gente terminase sus fotos pudimos ir haciendo las nuestras, no sin algo de malabarismos típicos sobre las rocas para no mojarnos y poder colocar el trípode donde pensábamos que la composición iba a ser mejor.

Un poco más de paciencia requirió la última foto que podéis ver en este artículo, que realmente es la composición de dos fotos distintas para poder borrar de la misma todos los turistas que salían en ella. Es lo malo de ir a media tarde a uno de estos sitios en vez del amanecer donde seguro que estaríamos más tranquilos.

La predicción del tiempo nos prometía una tarde tranquila aunque nublada por el sur de la isla. Sabíamos que al día siguiente queríamos ir hasta el famoso lago glaciar de Jökursárlón para hacer el amanecer en la playa de los hielos, pero no teníamos muy claro donde hacer el anochecer. Camino a Svartifoss, Alex se acordó del pequeño lago glaciar de Fjallsárlón. Paramos antes de ir a comer y nos enamoramos de él. La luz del medio día no invitaba a mucho, así que sencillamente supervisamos un poco la localización y nos marchamos hasta Svartifoss a comer y a fotografiar esa cascada.

Lago glaciar de Fjallsárlón

Lago glaciar de Fjallsárlón [Canon 5D Mark II con Canon 70–200f4L IS. Panorámica de 40 fotos sacadas a IS0100, f13 y 1/10 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Regresando de Svartifoss recogemos un par de jóvenes autoestopistas que estaban realizando un viaje de varios meses por Islandia. Sana envidia nos daban. Según nos aproximábamos al lago nos empezamos a poner nerviosos. Las neblinas que emborronaban las lenguas de los glaciares y montañas que había atrás se habían marchado, lo que veíamos desde la carretera era un glaciar nítido y unas montañas perfectamente definidas. Sería la primera y última vez que lo veríamos así en nuestro viaje (el glaciar en el lago Jökursárlón solamente lo llegamos a intuir).

Pero nada más aparcar la autocaravana vimos la primera complicación. Había un montón de gente en la zona y no tenían pinta de turistas. Estaban bajando equipo de diversas furgonetas y camiones al borde del lago glaciar. Como ya comenté en la anterior entrada, esta sería otra de las ocasiones en nuestro viaje a Islandia que nos encontraríamos con un equipo de filmación. No nos queda muy claro que estaban grabando, pero desde luego les costó bastante a los actores bailar haciendo el tonto con la música del rey león, las dos horas que estuvimos haciendo fotos las dos horas que ellos estuvieron bailando.

El fotógrafo y el glaciar

El fotógrafo y el glaciar [Canon 5D Mark II con Canon 70–200f4L IS. Panorámica de 4 fotos sacadas a IS0100, f13 y 1/10 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

El glaciar que podemos ver en el lago Fjallsárlón es el Vatnajökull, concretamente su lado sur. Este es el mismo glaciar que vemos en Jökursárlón y el más grande de Islandia (cubre el 8 por ciento del país) y uno de los mayores de Europa. Toda esta zona pertenece al Parque Nacional de Vatnajökull.

Como en muchas otras ocasiones empezamos acercarnos poco a poco al lago. Empezamos desde una vista más alta, todos nosotros haciendo una panorámica. Creo que las 40 fotos que le metí al Lightroom para montar la panorámica se le atragantaron un poco (aunque después de dejarlo un buen rato a lo suyo terminó por hacerla).

Después poco a poco nos acercamos al lago y continuamos haciendo fotos por la zona. Esa lengua glaciar pequeña que se puede ver a la izquierda de la primera imagen de este artículo me tenía cautivado. Me parecía increíblemente preciosa.

Justo antes de la lluvia.

Justo antes de la lluvia [Canon 5D Mark II con Canon 70–200f4L IS. Panorámica de 30 fotos sacadas a IS0100, f13 y 1/6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Teníamos la ligera esperanza de que el cielo cogiese algo de color. A pesar de estar nublado, parecía que la capa de nubes era lo suficientemente fina por donde se ponía el sol para que tomasen un color amarillo o rojo (con todos los tonos intermedios). Incluso cuando media hora antes del anochecer se puso a llover. Allí seguimos esperando debajo de la lluvia.

La lluvia no paró. Los de la película decidieron que era mejor dejarlo por hoy. Nosotros, después de varios minutos de la puesta de sol y viendo que el color no venía y la lluvia no se marchaba decimos retirarnos. Recogimos a nuestros autoestopistas para llevarlos hasta Jökursárlón, contentos a pesar de la falta de colores por la tarde que nos había ofrecido Islandia.

Islandia: Cascada de Skógafoss

De esta vez mi historia de mi primer viaje a Islandia va a ser un pelín distinta a viajes anteriores que he narrado en este blog. En vez de seguir un orden cronológico de los días por la zona voy a narrar un poco cada una de las localizaciones donde estuvimos, sin orden ninguno, más que el de revelado de las fotos mismas durante estos días. La única pega de esta forma de hacer las cosas es que esta primera entrada tendrá, a continuación, un pequeño párrafo introduciendo del viaje.

Amanece en Skógafoss

Amanece en Skógafoss [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f13 y 20 segundos de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Los últimos 10 días de agosto de este año los pasé en en Islandia. Éramos cuatro fotógrafos y para dos de nosotros era la primera vez en este bello país, para los otros dos, era la primera vez que iban con una mentalidad fotográfica, con lo que prácticamente era lo mismo. Como en el viaje teníamos solamente 10 días y un desconocimiento total del país no nos complicamos mucho, decidimos ir, mientras supervisábamos predicciones meteorológicas, a varias de las localizaciones más típicas del país. Nuestra intención es volver en el futuro y poco a poco ir descubriendo este paraíso para amantes de la naturaleza.

A mitad de viaje paramos en la famosa cascada de Skógafoss, que se encuentra en el sur de la isla, al lado de carretera 1, la carretera circular que recorre la isla y la más transitada por la mayoría de los turistas. Obviamente, al ser tan accesible dicha cascada a parte de impresionante hizo que cuando llegásemos a la localización aquello estuviese abarrotado de gente, por no mencionar un equipo de filmación con grúas montadas justo enfrente de la cascada para grabar una película ahí (este equipo nos la tenía jurada, nos los encontramos en cuatro localizaciones distintas).

Era normal que hubiese tanta gente, llegamos con la autocaravana al mediodía, y entre gente que paraba a visitar la cascada, gente que llegaba para montar su tienda en el camping que hay justo enfrente y los de la película… desechamos, la mayoría, la idea de hacer ninguna foto. Sí sí, ya sé que la luz del mediodía no es la mejor para fotografiar paisaje, pero cuando pega el sol a la cascada, debido a la espuma que produce esta, es muy fácil ver un doble arco iris sobre la misma.

Skógafoss al amanecer

Skógafoss al amanecer [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f13 y 3,2 segundos de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Nuestra idea no era quedarnos ahí, sencillamente íbamos a comer al lado de la cascada y de paso supervisar la localización, dado que queríamos fotografiarla al amanecer, cuando probablemente pudiésemos trabajar tranquilos (con el pequeño temor de que los de la película no recogiesen sus trastos, temor que al final resultó ser infundado). Fotografiar al amanecer en este tipo de localizaciones tan turísticas es una buena forma de evitar gente en el medio de nuestras fotografías, con la excepción de algún fotógrafo que tuviese la genial idea de también fotografiar la cascada el mismo día que tú.

Skógafoss es una cascada que produce el río Skógar al caer por unos acantilados al sur de Islandia que separan la línea de costa de las tierras altas de la misma (la terminación foss en islandés significa cascada). Como la mayor parte de las cosas en Islandia, sus dimensiones impresionan, con 25 metros de ancho y 60 metros de alto en una caída perfectamente vertical forman una de las cascadas más bonitas del país y probablemente una de las más visitadas por los turísticas que visitan cada año la isla (sino la que más). También es uno de los típicos puntos donde salen o terminan (depende de como se mire) muchas de las rutas de senderismo que cruzan el país de norte a sur (había buses que llevaban a gente directamente desde el aeropuerto hasta la cascada).

Cómo comenté, para fotografiarla llegamos al amanecer, teníamos un cielo completamente plano, así que decidí centrar las composiciones en la cascada misma, en todas ellas la cascada es el elemento principal, como podéis ver las tres fotos de ejemplo que pongo aquí. Con la fuerza que llevaba el agua, con dejar un medio segundo de exposición el efecto seda creado era inmediato.

Skógafoss, más de una hora después del amanecer

Skógafoss, más de una hora después del amanecer [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Tomas sacadas a IS0100, f13 y 1 segundo de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Nos fuimos aproximando poco a poco, la luz era suave y no cambiaba para nada. Curiosamente, salvo unos jóvenes turistas que no sabíamos que hacían levantados tan temprano, tuvimos durante más de una hora la cascada para nosotros solos. Cuando estábamos pensando en retirarnos empezamos a ver más gente y algún que otro fotógrafo en la zona, y muchos senderistas que empezaban su primera etapa de varios días para cruzar la isla desde el sur al norte de la misma.

Cómo muchas de las cascadas de Islandia, el rocío que provoca el agua al caer fue un problema cuando te acercabas un poco a la misma. Una constante durante todo nuestro viaje fue la técnica metódica de hacer una foto, limpiar lente con un trapo, volver hacer foto, volver a limpiar lente… al final terminabas con bastantes fotos del mismo encuadre, sencillamente para asegurarte que no había ninguna gota en la lente que estropease la foto cuando la viésemos en grande en el ordenador. Hay que indicar que en el caso particular se Skógafoss, también hacíamos bastante fotos para ver si las neblinas que levantaba la cascada creaban fotos interesantes con la ligera brisa que hacía (y no el viento fuerte con el que nos recibió el país en bastantes días del viaje).

Si subís hasta arriba del todo de la cascada, siguiendo el cauce del río Skógar, veréis como el mismo va creando cascadas más pequeñas y formas curiosas que merecen la pena perderse un rato para fotografiarlas.

Esto es un pequeña reflexión sobre mi estilo (si lo podemos llamar así) de fotografía personal. Probablemente incluso podemos decir que el artículo es irrelevante, por que a lo mejor de aquí a unos años cambio totalmente de opinión y dejo de lado las focales intermedias y me vuelvo a hacia los grandes angulares o más tele incluso. Pero desde hace algún tiempo suelo disparar teniendo a focales más “intermedias”, empezando desde los 30 hasta los 100 y poco. Mientras mis compañeros de aventuras fotográficas están como locos con sus 14–24 haciendo fotos, yo siento la necesidad de irme a la mochila y cambiar mi 17–40 por mi 70–200 en algún momento de la sesión fotográfica.

Yo como todo hijo de vecino cuando empezó mi interés por la fotografía de paisaje queriendo tener el mayor angular posible. Creo que después de un objetivo todo terreno y un 50mm, la primera lenta que compré fue un Tokina 11–16mm (de aquella época tenía un ASP-C). A día de hoy tanto el objetivo todoterreno como el Tokina ya fueron vendidos de segunda mano. Sigue conmigo el 50mm, que por lo que me costó, creo que es la lente que más beneficios por euro me ha dado.

Al principio, cuando cambié a full-frame hace unos años, pensaba que el hecho de que ahora todas mis lentes eran más ángulares que antes me hacía recurrir más al 70–200. Ahora mismo tengo otra teoría al respecto. Cuando uno está fotografiando una montaña o edificio o cualquier otra cosa grande al fondo, muchas veces al poner el gran angular esos elementos distantes quedan increíblemente pequeños, y mientras estoy en el sitio tengo la sensación de que no les estoy dando la importancia necesaria que se merecen en la imagen.

Pongamos un ejemplo, la siguiente foto fue hecha en la playa de Valdearenas en Cantabria. Cuando estaba haciendo esa foto lo que me llamaba la atención eran los acantilados que veía detrás. La roca que está en primer plano ayuda en la composición, pero si hubiese tomado dicha foto con un gran angular en vez de con mi 70–200mm (Lightroom me dice que la lente la tenía puesta a 100mm), esos acantilados serían muchísimo más pequeños de lo que se ven en la imagen.

Anochece en Valdearenas

Gris atardecer en la Costa Quebrada [Canon 5D Mark II con Canon 70–200f4L IS. Toma sacada a IS0100, f16 y 5 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2015.

Otro ejemplo para ilustrar este artículo podría ser esta foto de los Cuernos del Paine. Esta foto está hecha con ese 50mm del que os hablaba antes. La foto dividida claramente en dos partes, en una donde vemos las consecuencias del terrible incendio que destruyó gran parte de la vegetación del parque natural de Torres del Paine hace unos años y un tercio de la imagen donde vemos claramente los Cuernos del Paine, unas majestuosas montañas que claramente dan impresión de lo grandes que son en la foto.

Después del fuego en los Cuernos del Paine

Después del fuego en los Cuernos del Paine [Canon 5D Mark II con Canon EF 50mm f/1.8 II. Toma sacada a IS0100, f14 y 1/6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2013.

Por supuesto, esto no quiere decir que no use grandes angulares, muchas veces es la única forma de meter todo en la imagen, otras veces es la única forma de destacar el primer plano como lo más relevante, otras veces tenemos un cielo tan espectacular que realmente es lo más importante de la imagen, que queden las montaña pequeñas en el encuadre, es simplemente para indicar donde hemos hecho la foto.

Tenía pendiente desde hace un par de meses narrar nuestras peripecias por el último condado que visitado en nuestro viaje a Irlanda, uno de los más famosos para los amantes del paisaje y la fotografía de naturaleza: Co Kerry.

Quedaban 3 días de viaje y nos volvimos a levantar por última vez al lado de los acantilados de Moher, intentando fotografiar de nuevo un amanecer en la zona. No hubo suerte, unas ligeras pinceladas de color y de vuelta la lluvia. Co Clare se despedía de nosotros como nos había recibido. Tocaba el momento de empezar nuestro camino a la península de Dingle, en el condado de Kerry.

Anochece en Dingle

Anochece en Dingle [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,3 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Después de dejar las cosas en el hotel nos vamos a explorar la zona de Dunquin Pier, la idea era fotografiar ahí la puesta de sol. Como siempre nos liamos y nos lleva la exploración más tiempo del necesario, así que corriendo de vuelta para cenar en el primer restaurante que nos encontremos.

De regreso a Dunquin Pier tomamos varias fotos por el camino, apartándonos a un lado cada vez que pasaba un coche por la estrecha carretera. Durante la puesta de sol comienza el estrés, la foto inicial con el Dunquin Pier no me convence cuando el espectáculo de luces comienza, así que toca moverme por la zona, cada vez más atraído hacia las dos islas que se veían al fondo: Great Blasket y Irishtooskert (entre otras).

Fotografiando en Dunquin Pier

Fotografiando en Dunquin Pier. © Manel Galera Medina 2014.

Al día siguiente ya nos marcharíamos de la zona. La lluvia de nuevo nos estropearía el amanecer y como de esta vez sí que teníamos tiempo, exploramos un poco más la zona de Dingle para guardar en la mente posibles localizaciones en el futuro, después de todo, por una vez en este viaje, nos sobraba el tiempo.

Lluvioso día en Killorglin

Lluvioso día en Killorglin [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 1/125 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Llegaríamos al mediodía a Killarglin, el pueblo donde habíamos reservado nuestro último bed & breakfast del viaje. Comemos por la zona y ponemos camino a Killarney, el pueblo más importante de lo que se conoce como el anillo de Kerry, una de las carreteras que cada esquina esconde una joya para la gente que le guste la naturaleza.

Últimas horas de luz en el Castillo de Ross

Últimas horas de luz en el Castillo de Ross [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,5 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Nuestra entrada en Killarney no fue muy exitosa. Un grandioso atasco nos esperaba. Parecía que si la mitad de Irlanda estuviese ahí de vacaciones. Con un poco de paciencia conseguimos cruzar el pueblo y ponernos a explorar los alrededores del lago Leane. Como siempre, y en la dinámica ya curtida durante el viaje, estábamos oteando posibles localizaciones para fotografiar el amanecer al día siguiente.

Antes de cenar nos dirigimos al castillo de Ross, zona donde planeábamos hacer la puesta de sol y queríamos ver antes de cenar, para tener una idea de lo que nos podíamos esperar. Con la experiencia del atasco anterior, decidimos dejar el coche a la entrada del pueblo y acercarnos caminando hasta algún sitio a cenar. No queríamos volver a experimentar el atasco de hace unas horas.

El sol se esconde en el lago

El sol se esconde en el lago [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,3 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Después de cenar llego el momento de fotografiar la puesta de sol. Una vez llegamos al lago y pudimos ver como estaban las cosas parecía que la puesta de sol podría prometer mucho. Curiosamente de esta vez no hubo muchas peleas por la localización, cada uno de nosotros se fue a una esquina diferente.

Tuvimos 3 momentos claramente diferenciados durante esta puesta de sol. De entrada, posicionado para pillar la fotografía de los últimos rayos naranjas del sol golpeando el castillo. Pensaba que eso no iba a ocurrir, dado que el tiempo pasaba y el castillo seguí bajo la sombra de las nubes, pero cuando rompió, aquello se convirtió en un naranja increíblemente saturado que ilumino completamente el viejo castillo medieval.

Estelas de Luz

Estelas de luz [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,6 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Justo después de fotografiar el castillo, corriendo a otro lado del lago a empezar a fotografiar el espectáculo de luces de la puesta de sol y las nubes que había alrededor. Irlanda parecía que se quería despedir de nosotros por todo lo alto. Mientras unos recogían sus barcas de remos después de una jornada deportiva por el lago, nosotros fotografíabamos como locos los últimos rayos de sol.

Cascada de Torc

Cascada de Torc [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 1,3 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Cuando la hora azul se hizo presente, tocó volver a mirar al castillo, ahora con las nubes azules de fondo y este iluminado artificialmente. Realmente esta era la única foto que tenía en mente cuando llegué ahí. Después de la sesión es probablemente la foto menos interesante de todas las que hice.

Al día siguiente el amanecer sería de lo más soso y realmente ni me he molestado a trabajar ninguna de las fotos que hice en esa sesión. Después, durante el día, nos dedicamos a recorrer diferente localizaciones del anillo de Kerry, evitando los momentos de intensa lluvia. La verdad es que es una zona que uno puede perderse simplemente haciendo fotos.

El atardecer no depararía mucho y al día siguiente tocó levantarse para ir a coger el avión a Dublin. Nuestro periplo irlandés había terminado… habrá que volver en el futuro.

Antes de nada ¡Feliz año! a todo el mundo. Empezamos un nuevo año y siempre suele ser buena excusa para ponernos al día con nuevos propósitos, en este caso nuevos propósitos fotográficos. Aunque realmente más que propósitos son algunas metas que me propongo alcanzar este año.

Invierno en Larra Belagua

Invierno en Larra Belagua [Canon 5D Mark II con Canon EF 50mm f/1.8 II. Toma sacada a IS0100, f8 y 1/200 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

El año pasado ya había empezado con mi nueva política de copias de seguridad que intentaré perfeccionar este año. Habrá más artículos sobre esto en el blog, pero me llevará algún tiempo dado que requieren ciertos cambios e inversiones.

Bastante relacionado con lo anterior es mejorar mi flujo de trabajo fotográfico una vez regreso a casa, donde todas las fotos necesitan ser importadas, etiquetadas, descripción añadida, georeferenciadas, seleccionadas y, las que pasen el corte, reveladas. A diferencia del punto anterior donde uno sencillamente configura todo una vez y después el ordenador se encarga de hacer las tareas de forma automática, esto requiere más disciplina por mi parte, lo cual hace que sea más complicado que el punto anterior.

Por el momento mis aventuras con el vídeo has sido más de prueba y error que de otras cosas. Lo cual al principio me hacía perder demasiado tiempo, sobretodo en la parte de edición. Intentando mejorar por un lado la calidad de los vídeos del blog y por otro optimizar más este proceso por mi parte, me pongo como objetivo aprender más en serio este campo, desde el punto de vista técnico, tal y como me lo planteé hace unos años con la fotografía.

Por último, me queda el tema de tomarme en serio seguir varios proyectos fotográficos. Tengo dos ideas a largo plazo, pero también quiero empezar algo a más corto plazo. La idea de los proyectos es doble, por un lado consigo tener un conjunto de fotografías que se pueden presentar juntas y por otro lado me fuerza a salir más hacer fotografías no cayendo en las fotografías de siempre.

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2014 en dgpfotografia…

La verdad es que este año empezó lento para mí, fotográficamente hablando. Después de una pequeña expedición fotográfica por Patagonia a finales del 2013, los tres primeros meses del año mi actividad fotográfica fue escasa, por decir algo. Los motivos realmente no me acuerdo de ellos, pero desde luego considero que esto fue un problema para mí. Soy de los que firmemente creen que uno no debe quedarse en casa esperando a que le venga la inspiración fotográfica, por que cuando viene, mejor que te coja en el campo haciendo fotos. Muchas veces al final es más un proceso de estar en un rincón del planeta haciendo fotos, y poco a poco, ese proceso de “borradores fotográficos”, esas ingente cantidad de fotos que no valen para nada que todos sacamos, nos llevan poco a poco a esa composición que realmente funciona, y cuanto más practiquemos dicho proceso, más oportunidades de buenas fotos se plantearán delante de nuestros ojos. Y sí de paso la luz acompaña, mejor que mejor.

Pero bueno, la idea de esta entrada era repasar un pelín como ha sido el año en cuanto a este blog y su canal de youtube asociado. Mi idea inicial era conseguir escribir al menos una entrada por semana del año. De las 52 entradas que debía haber escrito me he quedado corto, unas 40 ha sido el resultado final. El problema no fue falta de ideas o temas sobre los que escribir, para eso tengo mi libreta del Evernote de ideas sobre las que hablar aquí, que no deja de crecer en vez de decrecer. El problema es mi falta de constancia, algo en lo que intentaré mejorar en este 2015, leyendo cosas de estas de “Get Things Done,” ya veremos lo lejos que llego.

Sin embargo, para el canal de youtube, este verano cuando empecé de nuevo a ponerme con él, me planteé el objetivo de grabar unos pocos vídeos para coger soltura con de nuevo con el proceso de producción y aprender un poco más temas relacionados con la imagen en movimiento que todavía se me escapan. El objetivo final era poder plantearme durante el 2015 grabar al menos un vídeo por mes. Al final conseguí grabar más de 6 vídeos en un periodo menor de 6 meses, con lo que parece que durante el 2014 ya superé lo que me planteaba para 2015, así que en 2015 tendré que ser todavía más ambicioso. Tengo un proyecto que me hace bastante ilusión, ya veré lo lejos que llego con él, si me sale bien, lo veréis por aquí.

Y con todo esto solamente me queda una cosa más que decir: ¡Feliz año nuevo!

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Después de un buen amanecer en la región de Connemara y dar una vuelta por la zona para tomar nota para una futura visita empezamos a poner camino a la segunda localización que más ganas le teníamos después de la Calzada de los Gigantes, los acantilados de Moher.

Pero antes de llegar a la región de Clare en Irlanda, dónde se encuentran los acantilados, teníamos que hacer una última parada en la región de Galway, el castillo de Dunguaire. Nuestra visita fue breve, con una marea baja la verdad es que las posibilidades fotográficas de este bello castillo del siglo XVI se reducían.

El Castillo de Dunguaire

Castillo de Dunguaire [Canon 5D Mark II con Canon 70-200mm f4L IS. Toma sacada a IS0100, f13 y 1/30 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Ya habiendo comido por el camino, llegamos a nuestra base de operaciones para los dos próximos días, el pequeño pueblo de Lisdoonvarna, a 10 minutos en coche de los Cliffs de Moher. Como teníamos claro dónde íbamos hacer la puesta de sol, dedicamos parte de la tarde a ver si había alguna posibilidad de amanecer. Ya estábamos en una parte de la isla donde su costa no se prestaba mucho para salidas de sol, pero nosotros siempre lo intentamos igual. Encontramos una pequeña zona que no nos convencía mucho pero de lo que veíamos no había mucho más donde escoger.

Después de cenar llegamos al plato fuerte, nuestro primer contacto con los famosos acantilados de Moher (Cliffs of Moher), en irlandés denominados como Aillte an Mhothair, que literamente, según la Wikipedia, significa acantilados de la ruina. Son una impresionante pared vertical de hasta 214 metros de altura en su punto más alto. El nombre del Moher viene de una antigua fortaleza que se hizo sobre dichos acantilados (y yo que me estaba esperando alguna leyenda estilo la Calzada de los Gigantes…).

Nuestro primer día en la zona no dio para mucho, la puesta de sol fue sosa, por no decir inexistente. Había unas nubes densas en el horizonte, casi sin detalle, que nos dijeron que era de marcharse a casa cuando se convirtieron en intensa lluvia.

Cliffs of Moher

Cliffs of Moher [Canon 5D Mark II con Canon 70-200mm f4L IS. Toma sacada a IS0100, f11 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Al día siguiente de vuelta a nuestra rutina habitual, levantarnos temprano para hacer el amanecer. Bueno, más que hacer, intentarlo, al llegar al sitio no se veía nada en el horizonte y la lluvia intensa volvió hacer acto de presencia. Tocaba volver al hotel a dormir unas cuantas horas más. La vida del fotógrafo de naturaleza de vez en cuando es super estresante.

Después de un buen desayuno en el hotel donde estábamos durmiendo, nos disponemos a explorar un poco más la costa de la región de Clare (bueno, creo que este fue el día que antes hicimos una parada para comprar mermeladas caseras de la zona). Nuestra pequeña ruta nos llevó hasta el faro Loop Head, tal vez un pelín lejos de más.

Acantilados en Loop Head

Acantilados en Loop Head [Canon 5D Mark II con Canon 70-200mm f4L IS. Toma sacada a IS0100, f11 y 25 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Como la zona estaba nublada con una luz suave, nos dedicamos a fotografiar un poco los acantilados al lado del faro. No eran tan impresionantes como los de Moher, pero daban su juego. Y en este momento es cuando miro el reloj y me doy cuenta de que la habíamos liado de nuevo. Volvíamos a tener el tiempo justo para buscar un sitio donde cenar y regresar hasta los acantilados de Moher para hacer la puesta de sol.

Puesta de sol en Cliffs of Moher

Puesta de Sol en Cliffs of Moher [Canon 5D Mark II con Canon 17-40mm f4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Cenando lo más rápido que pudimos, salimos corriendo hasta el aparcamiento de los Acantilados de Moher. La luz empezaba a prometer bastante y queríamos ver donde era el mejor sitio para hacer la foto. Camino hacia donde pensaba que era la mejor posición, un campesino de la zona se acerca hasta a mí y me empieza a comentar que él sabe donde es el mejor sitio para hacer la foto. Mientras caminamos hasta un mirador para indicarme bien donde es el lugar me enseña unas fotocopias de una revista donde hicieron una sesión fotográfica con una modelo en unas de sus fincas, curiosamente la revista es española.

Hora azul en Cliffs of Moher

Hora azul en Cliffs of Moher [Canon 5D Mark II con Canon 50mm f1.8 mark II. Toma sacada a IS0100, f11 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Después de darle las gracias por las indicaciones les digo a mis dos compañeros de viaje que yo empiezo a caminar hacia el sitio. Tenía pinta de que me llevaría unos 20 minutos largos llegar hasta allí y el sol estaba cada vez más bajo. Tuve una breve oportunidad de pillar los últimos rayos de sol antes de que este se escondiese de forma definitiva debajo de unas nubes. Esperamos un buen rato, y hasta que comenzó la hora azul, seguimos confiando de que algún rayo de luz se colase entre las nubes y iluminase de naranja los acantilados, pero no hubo suerte.

Definitivamente no conseguimos lo que buscábamos en la zona de Clare, pero tampoco nos marchamos con las manos vacías. Al día siguiente, después de un infructuoso intento de volver a fotografiar un amanecer en la zona, pusimos camino a la región de Kerry, donde pasaríamos el resto del viaje.

Nuestro periplo por Irlanda del Norte terminó en el maravilloso amanecer descrito en el anterior artículo. Tocaba cambiar de lugar y movernos hacia la comarca de Galway, iba a ser nuestro desplazamiento más largo del viaje, y aún por encima lo complicamos más.

Nuestra idea inicial era parar en unas tres zonas antes de llegar a la región de Connemara, que era dónde íbamos a pasar la noche. Cuando preparamos la ruta del viaje, en casita tan tranquilos, teníamos tiempo de sobra para todo. Pero ya el día anterior, empecé a jugar un poco con cálculos de tiempo del GPS y le comenté a mis compañeros que las cuentas no me estaba cuadrando.

De todas formas, después de fotografiar el amanecer, dormir unas horas, y desayunar, empezamos hacer kilómetros hasta nuestra primera localización, el faro de Fanad, todavía en el norte de la isla, y la verdad, para nada en camino de a donde queríamos ir por la tarde.

La verdad es que parecía que el tiempo jugaba de nuestra parte, cuando montábamos en el coche empezaba a llover, y cuando salíamos, paraba. Desde que salimos del hotel hasta el faro nos llovió constantemente, incluso durante momentos que era para parar el coche al lado de la carretera y esperar a que parase. Pero nada más llegar al faro el sol apareció tímidamente detrás de las nubes y la lluvia paró.

Fanad Lighthouse

Fanad Lighthouse [Canon 5D Mark II con Canon 50mm f1.8 mark II. Toma sacada a IS0100, f11 y 1/80 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

La zona del faro la tienen bastante vallada con carteles que indican claramente que no es posible pasar. Lo cual deja las posibilidades de encuadre un pelín limitadas. Exceptuando para nuestro intrépido Alex, que a costa de volver con sus posaderas completamente mojadas, consiguió llegar a un punto que daba un pelín más de juego.

Después de esta tranquila sesión fotográfica fue cuando nuestros temores se confirmaron, íbamos más que justos de tiempo para llegar al hotel, conseguir que nos diesen algo de cenar, y de paso explorar la zona para un posible amanecer el día siguiente y, si cuadraba, hacer unas cuantas fotos de atardecer. Así que todos de vuelta al coche y a ponerse hacer kilómetros, con calma pero sin pausa.

Llegamos con el tiempo justo al hotel, dejamos las cosa y parecía que la suerte nos acompañaba, dado que había un restaurante de comida rápida al lado (todavía estábamos con la impresión de Irlanda del Norte, dónde la densidad de restaurantes por kilómetro cuadrado es más baja que en Irlanda). Un par de cosillas al estómago y a ponernos a explorar las diferentes localizaciones.

El tiempo al anochecer no nos acompañaba para hacer las fotos. Las nubes de lluvia nos habían seguido hasta este sitio, así que simplemente después de mirar varias zonas decidimos una esquina concreta para fotografiar al día siguiente.

Twelfe Bens

Twelfe Bens [Canon 5D Mark II con Canon 17-40mm f4L. Toma sacada a IS0100, f11 y 0,3 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

No teníamos mucha esperanza para el amanecer, temíamos unas intensas nubes de lluvia, que aunque no lloviese, tapasen por dónde salía el sol y no nos dejasen hacer la foto buscada. Lo que sí no nos esperábamos era salir y no ver ni una sola nube en el cielo. Ahora nuestros temores eran los contrarios, nos iba a quedar un cielo un pelín soso !Si es que nunca llueve a gusto de un fotógrafo de naturaleza!

Llegamos a la zona que habíamos escogido, y después de distribuirnos un poco por que salíamos en los encuadres del uno al otro, empezamos a jugar con composiciones distintas usando unas estelas de avión que empezaban a pillar el color del amanecer. La suerte que tuvimos es que en el momento más oportuno, los montañas conocidas por Twelfe Bens ó Twelve Pines tenían unas simpáticas nubes encima, junto con un lago que a ratos hacían que estas se reflejasen en él.

También en ese momento tuve un problema. Debió aumentar la humedad y el polarizador se me empañó completamente. No hubo forma de hacer que se desempañase, tanto que la solución fue dejarlo en la mochila y rezar a que la lente no hiciese lo mismo.

Este día decidimos cambiar un poco la rutina habitual que teníamos. En vez de ir a dormir unas horas antes de volver a recorrer un poco más la zona por la mañana, decidimos acercarnos a la Abadía de Kylemore, que estaba a unos 20 minutos y le quedaba como una hora para seguir estado a la sombra de una ladera. Dado que no había muchas nubes en el cielo ahora era el momento de hacer la foto o dejarla para nuestro próximo viaje a Irlanda.

Kylemore Abbey

Kylemore Abbey [Canon 5D Mark II con Canon 50mm f1.8 mark II. Toma sacada a IS0100, f11 y 1/30 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

La abadía pasó a lo largo de su historia de las manos de tres grupos de personas. Construida como un castillo personal por un medico londinense en el siglo XIX, fue después vendida a los duques de Manchester, los cuales, por problemas de deudas de juego, la pondrían a la venta, siendo esta comprada por una grupo de monjas que escapan de Bélgica durante la primera guerra mundial, a principios del siglo pasado. Desde ese momento hasta ahora sigue en posesión de las monjas, junto con los extensos terrenos alrededor de ella.

Después de recoger las cosas y dar otra pequeña vuelta por la zona, tocó poner camino a uno de los platos fuertes de nuestro viaje. Camino a los acantilados más famosos de toda Irlanda.

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