Personal

Si mi último viaje fotográfico me había llevado prácticamente al otro hemisferio y a otro continente, este prácticamente se puede decir que me ha llevado aquí al lado. Buscando una alternativa un pelín más económica para este año, un par de amigos y yo terminamos en Irlanda, la isla esmeralda. Conscientes de que nos podíamos encontrar con unos 10 días de viaje fotográfico bajo una lluvia intensa, nos encontramos con el regalo de la naturaleza de un amanecer ó anochecer fantástico todos los días del viaje. Supongo que la mala suerte del viaje vino de los dos golpes que le dimos (bueno, vale, le dí), al coche de alquiler, menos mal que nos forzaron a pillar seguro a todo riesgo (si no lo pillas, la franquicia no baja de los 1500€, demasiado para nuestro gusto).

Anochecer en la Calzada de los Gigantes

Anochecer en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 24m TS-E Mark II. Toma sacada a IS0100, f11 y 1,3 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Bien, que me desvío del tema principal, la fotografía. Nuestro primer día en Irlanda parecía que no empezaba con buen pie. Después de salir con una hora de retraso de Barcelona, más retrasos a la hora de recoger el coche del alquiler, y empezar a conducir bajo una lluvia intensa, las cosas no pintaban bien, pero el ánimo no bajaba.

Nuestro primer destino era Irlanda del Norte, y más concretamente la maravillosa costa de la zona de Antrim, más conocida como “Costa de la Calzada / Causeway Coast”. Nuestro objetivo principal era fotografiar “La Calzada de los Gigantes,” el punto paisajístico más característico de la zona y que la da nombre a dicha costa.

Reflejos en la Calzada de los Gigantes

Reflejos en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 24mm TS-E Mark II. Panorámica compuesta de 3 fotos sacadas a IS0100, f11 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

La Calzada de los Gigantes es una maravilla geológica compuesta por unas 40.000 columnas de basalto. Estudios geológicos dicen que esta caprichosa formación de columnas hexagonales (en su gran mayoría) fue formada como hace unos 60 millones de años. Dicha zona tenía gran actividad volcánica y la lava salía de la tierra con una gran cantidad de basalto líquido en ella. Según dicho basalto fue enfriando se fueron formando dichas columnas. Según lo rápido o lento que se enfriase, las columnas serían de diferentes alturas.

Tal vez más interesante que la historia geológica es la historia mitológica irlandesa. Según la leyenda, el gigante irlandés Finn McCool retó al gigante escocés Benandonner. Para poder facilitar la pelea entre ambos, Finn construyó una calzada que iba desde Irlanda hasta la isla escocesa de Staffa. Una vez finalizada dicha calzada, Benandonner decidió aceptar el reto y empezó a cruzar la calzada hasta Irlanda. Cuando Finn empezó a divisar la figura de Benandonner sobre el horizonte se dio cuenta que había retado a un rival mucho más grande que él. En ese momento decidió escapar corriendo a su casa y preguntar a su mujer, Oonagh, que hacer. Oonagh rápidamente escondió a Finn en una cuna gigante y lo disfrazó como un bebé. Cuando Benandonner llegó a casa de Finn, Oonagh le dijo que Finn vendría en un rato, pero al ver el tamaño del “supuesto hijo de Finn”, Benandonner empezó a imaginar el tamaño que tendría Finn y decidió escapar corriendo, destrozando, en su camino de vuelta a Escocia, la calzada. En la isla escocesa de Staffa, en la cueva de Figal, se pueden observar columnas de basalto como las de la Calzada de los Gigantes, lo cual se cree que ayudó a crear la leyenda.

Cascada de Glenoe

Cascada de Glenoe [Canon 5D Mark II con Canon 70-200f4L IS. Toma sacada a IS0100, f11 y 0,8 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Dejándonos de leyendas a parte y empezando una constante de llegar tal vez demasiado justo de tiempos a todos los lados en este viaje, alcanzamos nuestro primer destino, el pequeño hotel/albergue dónde íbamos a dormir los próximos 3 días. Después de dejar las maletas en el hotel, montar mi trípode (no entra entero en la maleta) y preguntar al dueño del hotel restaurantes cerca de la zona, nos vamos corriendo a cenar.

La ventaja era que la puesta de sol estaba para las 22:00 de la noche, así que a pesar de ser las 20:00 aún teníamos margen de tiempo (la desventaja es que al día siguiente amanecía a las 5:00… pero me estoy anticipando). Después de cenar, nos vamos hasta la entrada de la Calzada de los Gigantes.

Dunluce Castle

Dunluce Castle [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100 y f8 (HDR de 7 fotos). Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Era la primera vez que íbamos a esa zona, así que aparcamos el coche al lado de entrada del centro de interpretación dado que parecía que a partir de ahí esta prohibido circular con vehículos motorizados. Hay que caminar unos 15 minutos hasta llegar a la Calzada desde donde dejas el coche (más problema es a la vuelta, que básicamente es cuesta arriba). Y una vez allí, la verdad es que el paisaje es completamente distinto a cualquier cosa que viese en ningún otro lado. Resulta extraño pensar que esas formas hexagonales sea un capricho de la naturaleza.

La lluvia se había marchado, el principal recuerdo de ella eran las resbaladizas rocas de basalto que nos hacían movernos con precaución, y las rápidas nubes que pasaban sobre nuestra cabeza. Pero por dónde se ponía el sol el cielo estaba roto y nos regaló colores tanto en las rocas como en las nubes, y una larga hora de entretenimiento fotográfico.

Baja la marea en la Calzada de los Gigantes

Baja la marea en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 0,8 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

A la mañana siguiente, como habíamos llegado tan justos de tiempo, no teníamos buscado ninguna localización para amanecer, así que decidimos volver a ir a la Calzada de los Gigantes. El fuerte viento y la lluvia nada más llegar hasta allí nos hicieron pensar que la mejor opción era volver al hotel y dormir unas cuantas horas más.

Después de dar bastante vueltas buscando un sitio donde desayunar, empezamos de nuevo nuestra exploración de lugares que fotografiar. Nuestra primera parada The Dark Hedges, una serie de impresionantes árboles plantados alrededor de una carretera que dan lugar a una composición bastante chula (aunque tal vez de posibilidades limitadas, sobretodo si queremos ser originales). El único problema fue no pensar que era domingo, nunca se nos pasó por la cabeza que habría tanta gente.

Anochece en la Calzada de los Gigantes

Anochece en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 2,5 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Tras mucho esperar a ver si la gente se marchaba a comer, el cielo empezó abrir y ya decidimos irnos a otra localización y si tal por la tarde volver a intentarlo. Nos tocaba un poco de carretera para llegar hasta la cascada de Glenoe. Mientras en The Dark Hedges ni la gente ni la luz nos acompañaron, en Glenoe después de esperar un poco los niños que estaban jugando en el agua se fueran, el sol decidió esconderse detrás de una nube, dejando una luz suave ideal para fotografiar dicho entorno, a pesar de que eran las dos de la tarde.

Contentos con nuestra primera buena foto del día nos fuimos a comer. La idea después de comer era visitar la destilería de Bushmills (¡no todo va a ser fotografía!). Pero en ese momento decidí tener el primer choque del viaje, rasqué otro coche mientras dejaba pasar a otro en un cruce (eso de que el coche crezca hacia la izquierda en vez de hacia la derecha, respecto a la posición del conductor). Una hora larga nos llevó resolver con la chica a la que le rasqué el coche y los de mi compañía de alquiler los papeles del seguro, para cuando llegamos a la destilería ya estaba cerrada.

Amanece en el puerto

Amanecer en el puerto [Canon 5D Mark II con Canon 70-200f4L IS. Panorámica de 11 fotos sacadas a IS0100, f11 y 5 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Pasamos a la siguiente tarea del día, buscar un lugar para fotografiar el amanecer la mañana siguiente. Nos acercamos a una playa cerca de Ballintoy que no nos convenció mucho. Fuimos hasta Ballintoy Harbour buscando Elephant Rock, pero al llegar hasta ella, después de andar una media hora desde donde dejamos el coche, vimos que los ángulos del sol al amanecer no eran nada buenos. El propio puerto de Ballintoy no tenía mal ángulo pero no nos convencía mucho (después averiguaríamos que dicha localización fue usada para grabar la serie de televisión Juego de Tronos). Y sin todavía tener claro donde hacer el amanecer el día siguiente nos fuimos a cenar.

El plan para las horas entre la cena (a las 19:00 de la tarde) y la puesta de sol (las 22:00) ya las teníamos claras desde que comenzamos el día. Primero iríamos a cenar a un pub que vimos al lado de la entrada de la Calzada de los Gigantes, que resultó no ser mala opción. Después nos escaparíamos corriendo a fotografiar Dunluce Castle, para regresar corriendo la última hora antes de la puesta de sol a la Calzada de los Gigantes, que el anochecer parecía que iba a ser mucho mejor que el anterior y nos permitiría continuar disfrutando de tan magnífico paisaje.

Amanecer en Ballintoy Harbour

Amanecer en Ballintoy Harbour [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

El castillo de Dunluce es bastante impresionante. Siempre que veo una construcción así me imagino lo complicado que debió ser en la época construirlo ¡Aún debe ser complicado hoy mismo! El castillo se alza sobre un acantilado, ¡y cómo no!, también tiene su propia leyenda. Se dice que en el años 1639 durante un gran banquete en una tormentosa noche de invierno, la cocina del castillo, llena de sirvientes preparando la cena, se desplomaron sobre el mar, muriendo todos los sirvientes menos un joven pinche de cocina, que casualmente se encontraba en ese momento en la única esquina que no se vino abajo. Se dice que en las noches de tormenta, se pueden escuchar los gritos de los sirvientes mientras caen al mar en su fatal destino. Parece ser que este accidente fue una de las principales causas por las que sus dueños decidieron no seguir viviendo en dicho castillo.

Mientras estábamos fotografiando el castillo de Dunluce nos encontramos con otro fotógrafo. Como suele pasar en estas ocasiones empiezas hablar: ¡Qué bien/mal está la luz! ¡Esta zona me gusta mucha para fotografiar! ¿De dónde sois? ¡Mi cámara es más grande que la… bueno, mejor dicho, ¡Ahh, tu usas tal cámara! no yo uso esta… etc. Lo bueno de dicha conversación es que averiguamos que a partir de las 21:00 se podía bajar en coche hasta la misma zona de la calzada, lo cual nos daba unos 20 minutos más para fotografiar tranquilamente el castillo.

Colores en Ballintoy Harbour

Colores en Ballintoy Harbour [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 6,0 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Pues lo dicho, acto seguido, para el coche y a conducir los 10 minutos que nos llevarían hasta la calzada. De esta vuelta parecía que había una kdd fotográfica. Debíamos ser como unos 7 fotógrafos por la zona. Otra hora de buena luz, aunque creo que la del día anterior había sido mejor, y de vuelta a dormir en el hotel.

Al final, a pesar de no estar muy convencidos, pensamos que ir hasta la zona de Elephant Rock para hacer el amanecer iba a ser la mejor opción para el día siguiente. Según nos íbamos acercando con el coche, empezamos a observar que hacia el otro lado, en Ballintoy Harbour las luces del amanecer parecían prometer bastante. Cambiamos de idea y caminamos hacía allí. Tuvimos una hora de unos colores espectaculares. Probablemente el mejor amanecer que observamos en todo el viaje.

Más que contentos con el trabajo realizado, regresamos al hotel donde dormiríamos unas cuantas horas para después hacer las maletas y poner camino hacia la zona oeste de la isla. Pero eso ya es una historia para otra entrada en el blog.

Llegamos al final de la narración de nuestro pequeño viaje a las tierras patagónicas. Después de nuestro periplo chileno, sobretodo centrado en el parque natural de Torres del Paine, llegaba la hora de cambiar de país, nos dirigíamos a Argentina, era el momento de visitar el conjunto de montañas más famosos después de las Torres y Cuernos del Paine, íbamos camino al Fitz Roy.

El viaje desde Chile hasta allí tuvo sus complicaciones, después de un periplo entre la frontera chilena y argentina que casi hacen que nos quedemos sin poder cruzar al otro lado, conseguimos pasar. Eso sí, con un nivel preocupante de combustible en el deposito (llegamos bien entrados en la reserva a la gasolinera más cercana, y sin ningún otro punto donde comprar combustible a más de 100 km de distancia). Recuerdo que no hablábamos mucho en el coche en esos momentos.

Chorrillo del Salto

Chorrillo del Salto [Canon 5D Mark II con Canon 50mm f1.8 Mark II. Toma sacada a IS0100, f13 y 1/4 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2013.

Gran parte del camino lo hicimos a través de la famosa Ruta 40 que recorre Argentina de norte a sur y baja paralela a la cordillera de los Andes. Probablemente la parte que hicimos no es que fuese la paisajísticamente la más interesante. Grandes planicies de tierra sin casi nada característico. Lo único que daba emoción era las densas nubes de lluvia que nos acompañaron y descargaron parte del agua durante todo el viaje.

Entre una cosa y otra llegamos de noche a El Chaltén, al hotel Kau Si Aike, el que iba a ser nuestra base de operaciones durante los próximos días en Argentina. Este primer día solamente nos dio tiempo a dejar los bártulos en nuestras habitaciones y poner camino a un restaurante para cenar algo.

Al día siguiente volvimos a nuestra rutina diaria, volverse a levantar 4:15 de la mañana para dirigirnos a un mirador para fotografiar el Fitz Roy. Nada más salir de la furgoneta el viento nos recordó que todavía estábamos en Patagonia, y para nuestra desgracia, parecía que la suerte que tuvimos con los Cuernos del Paine continuaba con nosotros. Unas densas nubes tapaban completamente el Fitz Roy, ni su silueta éramos capaces de distinguir.

Vuelta al hotel a dormir un rato más, para después levantarnos a desayunar y hablar con la simpática dueña del hotel, Patricia. Visto que las previsiones del tiempo no eran muy halagüeñas, preguntamos si podíamos cambiar un día de la reserva, en vez de no dormir el lunes como teníamos planeado, preguntamos si podíamos quedarnos ese día, y así dejar para el martes el intento de subir a hasta la laguna Capri para acampar y dormir allí. Ese día parecía que la predicción del tiempo era la mejor de todas.

Anochecer en el Chaltén

Anochecer en el río de las Vueltas y el Chaltén [Canon 5D Mark II con Canon 70-200f4L IS. Toma sacada a IS0100, f13 y 3,2 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2013.

Después de desayunar, y ya con el sol pegando fuerte, ahí vemos el Fitz Roy, casi parecía que se estaba riendo un poco de nosotros, mostrándose cuando no queríamos que se mostrase. Dedicamos el día a recorrer la zona, parándonos a fotografiar en sitios como el Chorrillo del Salto, y viendo dónde podíamos hacer el atardecer. El día se ponía cada vez más feo, y para cuando intentamos fotografiar el atardecer, el Fitz Roy volvía estar completamente tapado por nubes.

Al día siguiente más de lo mismo, nos levantamos antes del amanecer, subimos de nuevo al punto escogido dónde hacer la fotografía, y de nuevo el Fitz Roy completamente tapado. La verdad es que bajamos casi sin ánimos de vuelta al hotel, nadie decía nada, pero todos nos acordábamos de la mala suerte en los Cuernos del Paine. A la hora de desayunar ya estábamos todos un poco más animados (unas horas más de sueño hacen maravillas), Patricia nos intenta dar ánimos de nuevo y nos comenta que los guardas forestales con los que había hablado dicen que al día siguiente será la mejor oportunidad de ver el Fitz Roy completamente despejado al amanecer.

De nuevo pasamos el día recorriendo un par de senderos con nuestras mochilas a la espalda. Por la tarde parece que todo se complica más, nubes de lluvia sobre el pueblo y, mientras unos se dedican a descansar un poco en el hotel esperando la hora de ir hasta la lavandería a recoger la ropa sucia recién lavada, yo me dedico a dar un pequeño paseo por el pueblo, más que nada matando el tiempo.

Amanecer en el Fitz Roy

Amanecer en el Fitz Roy [Canon 5D Mark II con Canon 70-200f4L. Toma sacada a IS0100, f11 y 1 seg. Trípode y disparador remoto utilizado.]. © David García Pérez 2013.

Nos fuimos a cenar muy relajados, ya no esperando luces, pero de todas formas, con el tiempo de sobra para que, después de cenar, pudiésemos pillar de nuevo la furgoneta para ir a intentar a fotografiar un atardecer. El Fitz Roy estaba completamente tapado pero, para nuestra sorpresa, en dirección El Chaltén tenía un conjunto de nubes sobre el que cogieron un precioso color que reflejaban sobre el agua del río (Río de las Vueltas). Parecía que al menos algo de color en las fotografías nos íbamos a llevar después de todo. Como era nuestra última noche aquí, y después de regresar con la sensación de que al menos teníamos algo, nos fuimos a una cervecería que había en el pueblo dónde hacían cerveza artesanal para celebrarlo.

Sin mucha fe, nos volvemos a levantar a las 4:15 el día siguiente, salimos de la puerta del hotel y vemos que Fitz Roy parecía estar completamente tapado. Pero eso no nos iba a parar, de nuevo en la furgoneta para el sitio dónde lo habíamos intentado los dos amaneceres anteriores. Y allí, nada más aparcar nos espera la sorpresa. El Fitz Roy no estaba tapado por nubes, por dónde salía el sol parecía que no había nada que lo tapase, y aún por encima había nubes sobre el Fitz Roy que podían mejorar la composición. Peleando con el viento tomamos posiciones y nos dedicamos a esperar. Tuvimos el mejor amanecer de todo el viaje, parecía que nuestra suerte había cambiado.

Amanecer en el Fitz Roy

Amanecer en el Fitz-Roy [Canon 5D Mark II con Canon 70-200f4L. Toma sacada a IS0100, f11 y 0,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado. Panorámica de 9 fotos unida con Adobe Photoshop]. © David García Pérez 2013.

Increíblemente más relajados bajamos a desayunar ese día. Tocaba preparar las mochilas para nuestra pequeña excursión hasta la Laguna Capri, y parecía que la predicción del tiempo iba acompañar. Tiendas de campaña, sacos de dormir, trípode y equipo fotográfico, iba a ser lo complicado de la ruta. Después de comer algo ligero bastante antes de la hora de comer y de dejarle nuestras maletas al cuidado de Patricia. Empezamos la ascensión.

Arroyo del Salto y Fitz Roy

Arroyo del Salto [Canon 5D Mark II con Canon 17-40f4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 1/2 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2013.

En un par de horas estábamos arriba montando el campamento al lado de la Laguna Capri. Como aún quedaba bastante hasta la hora de la puesta de sol, cada uno se dedico a dar una vuelta por ahí, descansar un rato, vamos, pasar el tiempo. A media tarde iniciamos nuestro camino hasta el Arroyo del Salto, el punto dónde haríamos nuestro anochecer. Escogimos con tiempo el lugar exacto del río dónde íbamos hacer las fotos, y mientras esperábamos cenando charlamos un rato del principal problema, había que organizarse bastante bien para que una persona no saliese en las fotos de la otra. Después de una entrañable tarde, tocó regresar ya de noche al camping, justo llegando a nuestras tiendas de campaña, vemos que el Fitz Roy tenía este luz curiosa merecedora de una foto.

Hora Azul en el Fitz Roy

Hora Azul en el Fitz Roy [Canon 5D Mark II con Canon 50mm f1.8 Mark II. Toma sacada a IS0100, f11 y 30 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2013.

A la mañana siguiente tocó volver a levantarse para fotografiar el amanecer. Y después de unas cuantas indecisiones de dónde ponerse a fotografiar, empezó el espectáculo. La cosa prometía, se veía bastante despejado, y en unos pocos segundos se puso todo de un increíble color, y en otros pocos segundos el color desapareció. Nos dio el tiempo justo de una foto. Por dónde salía el sol debía haber nubes que solamente permitieron una breve sesión fotográfica.

Amanecer en la Laguna Capri

Amanecer en la Laguna Capri [Canon 5D Mark II con Canon 50mm f1.8 Mark II. Toma sacada a IS0100, f13 y 2 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2013.

Tocaba recoger el campamento, bajar lo subido el día anterior, y llegar de vuelta al Chaltén. Después de un desayuno en el Kau Si Aike, nos despedimos de Patricia y ponemos camino de vuelta Puerto Natales, dónde pasaríamos nuestro último día y medio antes de regresar de vuelta a Europa.

Expedición Patagonia 2013

Miembros de la expedición, de izquierda a derecha: Albert Giol, yo mismo, Manel Galera, Toni de Luna, Alex Martin y Alejandro Blanco. © Alejandro Blanco 2013.

Perfil en Distancia Focal

Mis amigos de Distancia Focal acaban de publicar pequeño perfil sobre mí en su web. Parece que con la atención que estoy recibiendo últimamente de otras web amigas, se me vaya a subir algo a la cabeza. Por el momento, dicen sobre mí:

Como podeís ver, y perdonarme que deje aquí mi opinión muy personal, David es alguien a quien yo me gustaría parecerme o tan siquiera llegar algún día a intentarlo, por qué, pues por lo mismo que él cuenta, mi tardía afición a la fotografía, con algún año más incluso que él, tener mi cámara igualmente guardada en el armario, pero lo que realmente me diferencia de David es que mi fuerza de voluntad, junto con mi absoluta falta de tiempo, me han llevado a no CRECER fotográficamente como SÍ lo ha hecho ÉL, y de que manera tan extraordinaria. Me parece una auténtica pasada lo que hace, sólo espero poder llegar algún día a hacer algo parecido.

Texto complete y con fotos en: Distancia Focal

Categorías Personal

3 comments

Siempre me sorprende cuando me quieren entrevistar o hablar conmigo sobre mi fotografía desde otros blogs o medios. Cuando Jota de Rubixe Photo contactó conmigo para hacer la entrevista, de una forma más sutil, le dije: ¿estás seguro de que realmente me quieres entrevistar?

Realmente tengo que decir que he disfrutado un montón escribiendo la entrevista para Rubixe Photo. Mucho más de lo que había pensado en un principio (desde luego no hay mejor forma de incrementar el ego de uno).

Dicen sobre mí en Rubixe Photo:

La sección de Blogueros de Cabecera sigue creciendo con la aportación de los entrevistados que, aunque comparten el amor por la fotografía, la entienden de formas muy distintas, lo que la mejora con cada nueva incorporación.

Este mes tengo el inmenso placer de presentarte a David, un gallego residente en Barcelona que mantiene un blog con una calidad impresionante en el que puedes aprender un montón de cosas, ya se trate de software (no es la primera vez que sus consejos me sacan de un aprieto con Lightroom), impresión y enmarcado, libros, hardware… Pero si por algo destaca dgpfotografia.com es por la fotografía de paisajes; David comparte con nosotros los lugares a los que viaja con su inseparable cámara y que capta en forma de bellísimas capturas hechas con un esmero y una paciencia que se me antojan infinitos.

Podéis leer la entrevista completa en: Rubixe Photo – Blogueros de cabecera: David García.

Categorías Personal

1 comment

Antes de marcharnos de Torres del Paine nuestro amigo Alejandro Blanco nos tenía preparada una pequeña excursión. Nos íbamos de visita al Glaciar Grey. Visita que debía incluir una pequeña ruta en barco hasta el mismo y una pequeña caminata por encima de él. Esto último al final no fue posible. Y menos mal que ni siquiera se nos ocurrió intentarlo, a pesar de las ganas que teníamos.

Día lluvioso en el Grey

Día lluvioso en el Grey. © David García Pérez 2013.

Después de fotografiar el amanecer en los Cuernos del Paine pillamos la camioneta rápidamente y nos dirigimos hasta el Lago Grey donde deberíamos pillar un barco que nos llevaría hasta el glaciar. Alrededor del lago se encuentra una de las zonas que sobrevivió al incendio del 2012 y está muy vigilada y protegida. La única forma de llegar hasta el campamento desde dónde se pueden empezar las rutas a pie sobre el glaciar es en barco.

La cosa no pintaba especialmente bien, el tiempo amenazaba con lluvia y Torres del Paine parecía querer recordarnos, en nuestro último día ahí, que es una zona de fuertes vientos. Nunca pensé que navegar por un lago sería como atravesar unos rápidos.

Preguntamos sí la excursión se iba a realizar o no y, como en aquel momento la lluvia todavía no había empezado a caer, nos dijeron que lo mejor era subir al barco y llegados al campamento ya veríamos lo que hacíamos.

Hielo y roca

Hielo y roca. © David García Pérez 2013.

Así que allí nos fuimos, caminamos hasta el embarcadero, nos dieron los oportunos chalecos salvavidas y para la lancha que nos debería llevar hasta el barco, que estaba más a dentro del lago, en una zona de mayor calado.

En el barco ya nos informan de que tardaremos un cacho en llegar hasta el glaciar, y dado que una vez el barco se encara hacia el centro del lago para empezar a navegar hacia el Glaciar Grey, la fuerza del viento se notaba muchísimo más. Por ese motivo la guía del viaje nos informó que no debíamos subir a cubierta hasta que llegásemos.

Mientras estábamos abajo, la guía del viaje nos empezó a comentar detalles históricos del glaciar mientras las olas golpeaban duramente la ventana que tenía detrás de ella. El Grey forma parte de lo que se conoce como Campos de Hielo Sur, y tiene una anchura de 6 km y una altura de unos 30 metros. El glaciar se encuentra actualmente en retroceso.

Hielo azul.

Hielo Azul. © David García Pérez 2013.

Al desplazarse, esta enorme masa de hielo va puliendo la piedra que tiene por debajo, haciendo que partículas de piedra gris se añaden al hielo. Al fundirse esta agua en lago crean este color grisáceo que le dio su nombre (grey es gris en inglés). El nombre le fue dado por Lady Florence Dixie en su libro Across Patagonia (la guía lo recomendaría diciendo que la autora era muy poética en sus descripciones, realmente me he leído como el 30% del libro y me cansó un poco los comentarios de las clases altas inglesas del siglo XIX creyéndose superiores tanto a esclavos como sirvientes).

Durante esta travesía ya nos confirmaron que la ruta no iba a ser posible. La gente que la organizaba decidió que, con las condiciones temporales actúales, sería muy arriesgado intentar hacer una caminata sobre el hielo. Tendríamos que continuar con el resto del pasaje viendo el glaciar desde la cubierta del barco.

Mientras aceptábamos que no podríamos caminar por el glaciar la guía nos contó la historia de por qué el que toma calafate siempre regresará a Patagonia tarde o temprano. Nosotros, como nos estaba encantando el viaje decidimos tomar más calafate posible. Y fuese en forma de licor o cerveza.

Hielo y colina.

Hielo y colina. © David García Pérez 2013.

Una vez llegados hasta las dos lenguas del glaciar nos dejaron subir a cubierta donde continuamos haciendo fotos, mientras nos daban un pequeño chupito enfriado con hielo del propio glaciar. La fuerza del viento hacía hacer fotos fuese todo un reto. Hacías una foto, protegías tu cámara con tu cuerpo mientras secabas todo el agua que arrastraba el viento contra la lente, y volvías a repetir la operación para la siguiente foto.

Después de un rato, de vuelta a dentro del barco, hasta que regresamos al punto de partida, el hambre ya apretaba y había que buscar donde comer.

Estaba toda la semana pasada dando vueltas que tenía que escribir mi siguiente artículo sobre nuestro viaje a Patagonia organizado por nuestro amigo Alejandro Blanco y, curiosamente, leí un artículo de David duChemin en su revista Photograph completamente relacionado con lo que creo que me pasó aquí, y ahora mismo me doy cuenta.

Anochece en el Lago Pehoé

Anochece en el Lago Pehoé. © David García Pérez 2013.

El artículo básicamente giraba entorno a al hecho que muchas veces los fotógrafas/os nos olvidamos cuando salimos hacer fotos, llevar una mente abierta. Iba, o tal vez íbamos, buscando un tipo concreto de imágenes, que creo que nos condicionó bastante a la hora de afrontar lo que se nos ofrecía en cada momento a la hora de fotografiar. Pero me estoy adelantando a los acontecimientos. Vayamos paso por paso a la historia que nos llevó hasta aquí.

Viento en los Cuernos

Viento en los Cuernos. © David García Pérez 2013.

En el artículo anterior ya había comentado que estábamos acampados en el Camping Pehoé que está al lado del lago que le da nombre y con los inconfundibles Cuernos del Paine como fondo en el paisaje, nuestro objetivo a fotografiar en esta etapa del viaje. Queríamos una fotografía de los Cuernos, ya fuese de amanecer (probablemente la opción más interesante) o de anochecer, con los Cuernos iluminados por el sol, con esa tonalidad naranja que pillan a esas horas.

Rio Paine y los Cuernos

Rio Paine y los Cuernos. © David García Pérez 2013.

Nuestro primer intento de fotografiar los Cuernos fue la primer atardecer que llegamos al camping. Exploramos un poco la zona para ver las posibilidades que nos ofrecía el propio camping y un hotel cercano que se encontraba en una isla en medio del Pehoé. El camping parecía mucho más prometedor, así como las posibilidades fotográficas para la tarde, con un sol sin nubes casi todo el día y las montañas completamente descubiertas la cosa prometía.

Anochece en el Pehoé

Anochece en el Pehoé. © David García Pérez 2013.

Después de cenar nos preparamos en la pequeña “playa” de piedras al lado del camping esperando a una puesta de sol que nunca llegaría a producirse. La zona por donde se ponía el sol estaba completamente tapadas por una gruesa capa de nubes bajas. Los cuernos con una luz plana y nubes en movimiento era lo máximo a lo que podíamos aspirar.

El día siguiente decidimos explorar la zona de Salto Grande, la cascada con la que termina el río Paine en el lago Pehoé. El viento era imposible. Antes de llegar a una cascada, protegidos por una loma, decidimos tomar unas cuantas fotos de un campo con los Cuernos de fondo. No es que la luz estuviese en su momento ideal, pero el viento, para variar, ayuda con la composición. Una vez llegabas al lado de la cascada, el viento golpea con tanta fuerza que poca gente se quedaba mucho rato a observarla. Pocos minutos estuvimos ahí y nos movimos río arriba, donde había otra zona de cascadas más pequeñas y otra bonita loma que nos protegía del viento. Nuestro objetivo principal era llegar hasta un mirador de los Cuernos que estaba más adelante, el viento nos hizo cambiar de idea.

Amanece en el Pehoé

Amanece en el Pehoé. © David García Pérez 2013.

Después de cenar tocaba el momento de decidir a donde ir hacer la foto. Después de debatir durante un buen rato, la elección fue ir a ver las vistas que había desde una loma cerca del Hotel Explora Patagonia. Ofrecía una completa visión del Pehoé con los Cuernos de fondo. Aunque también teníamos el problema que estábamos más alto y nada protegidos. La única forma de hacer fotos era sentarse pegados al suelo con el trípode también lo más bajo posible y componer así, la fuerza del viento era notablemente menor. Pero la suerte seguía sin acompañar. El sol estaba completamente tapado por nubes bajas, nubes que de vez en cuando nos soltaban alguna gota de lluvia para hacer las cosas más interesantes.

Ejercicios de composición en los Cuernos

Ejercicios de composición con los Cuernos. © David García Pérez 2013.

La ventaja de aquella localización es que estaba justo al lado del camping. A la mañana siguiente decidimos intentar hacer el amanecer desde ahí. Lo que implicó que ese día, para variar, dormimos más de 5 horas seguidas, algo no muy normal en este viaje. El viento nos daba algo de tregua con respecto a la noche anterior. No nos confundamos, soplaba que daba gusto, simplemente menos que antes. De esta vez tuvimos probablemente el mejor amanecer que íbamos a conseguir en los Cuernos, el único problema, es que estos estaban tapados por una serie de nubes. Como veis en una de las fotos que acompañan a este artículo, la nube que está al lado de los Cuernos tomó un bonito color rojizo… los Cuernos, no.

Rio de árboles muertoe

Rio de árboles muertos. © David García Pérez 2013.

La desesperación se empezaba a notar. Nos quedaban dos atardeceres y dos amaneceres, y el tiempo en vez de mejorar parecía ir a peor. Después de dar vueltas por ahí preguntando sobre donde ver pumas (nunca llegamos a ver uno), explorar más la zona y viendo que el anochecer no nos iba a dar nada de color, decidimos acercarnos a una zona donde quedaban gran cantidad de troncos quemados, resultado del desastroso incendio que quemó gran superficie del Parque Natural en 2012. Las posibilidades compositivas era increíbles, estuvimos bastante tiempo en la zona, hasta bien entrada la noche. Después de tanta frustración, creo que fue el momento que mejor lo pasé, fotográficamente hablando, en el viaje. Como comentaba al principio de este artículo, me había olvidado de la foto que había venido buscando, había abierto mi mente a nuevas posibilidades.

La luna y los Cuernos del Paine

La luna y los cuernos. © David García Pérez 2013.

Tan bien nos lo pasamos ese atardecer, que a la mañana siguiente decidimos volver a intentar pillar el amanecer ahí. Si no hay color, como esperábamos, al menos nos volveremos entretener entre los troncos quemados. Fue una visita breve, que teníamos que estar temprano en el Lago Grey para nuestra visita a su glaciar, pero eso ya es otra historia que contar.

Nos quedaba solamente dos posibilidades más, un atardecer y un amanecer, justo antes de empaquetar todo y tomar nuestro camino hacia Argentina. El atardecer fue de lo más soso, y la verdad es que ni me he molestado en editar ninguna de las fotografías que hice ese tarde. El amanecer ni existió, una densa lluvia caía a la hora que tenía que salir el sol, así que para variar, en vez de levantarnos antes de las 5 de la mañana como hacíamos todos los días, nos volvimos a meter en los sacos y dormimos hasta la 8. La foto que buscábamos tendrá que ser hecha cuando regresemos ahí, que para eso no nos hartamos de beber cerveza de calafate. Pero el porqué ya os lo comento cuando os hable del Lago Grey.

Nuestro tercer día tocaba llegar hasta el lugar más esperado por todos, las Torres del Paine. Después de un amanecer en Puerto Natales, el organizador de nuestro viaje, Alejandro Blanco llenó el deposito de combustible hasta los topes de nuestra furgoneta. Una vez dejásemos Puerto Natales conseguir combustible sería casi imposible. No hay gasolineras cerca del parque, y la única forma, ya casi en caso de emergencia, sería preguntar en los diversos hoteles si nos la vendían a unos precios, por decirlo de una forma, poco económicos.

Amanecer en Torres del Paine

Amanecer en Torres del Paine

El camino desde Puerto Natales pronto pasaría a ser una carretera de tierra, el último vestigio de población que vimos fue la pequeña villa de Cerro del Castillo. Pronto entraríamos en una zona donde mirases a donde mirases lo raro sería ver una casa. Bueno, algún hotel de lujo había por el camino, obviamente fuera de nuestro limitado presupuesto.

Nuestro destino era llegar hasta el Lago Azul, al norte del parque natural, camino lento dado que cada segundo había que parar a fotografiar manadas de guanacos con las que nos cruzábamos.

En el Lago Azul se encuentra un camping gratuito donde puedes estar un máximo de 1 noche. Y allí era nuestra primera parada. Antes de ponernos a comer haciendo unos bocadillos con las provisiones compradas anteriormente tocó montar el campamento. A pesar de que no hacía ni pizca de viento, todo completamente calmado, colocamos las tiendas bastantes protegidas en caso de que la situación cambiase, y vaya si cambió durante la noche.

Amanecer en Torres del Paine

Amanecer en Torres del Paine, un minuto después.

Mientras hacíamos fotos a unas flores esperando la puesta de sol, empezamos a temer por lo peor. Los cielos despejados que tuvimos todo el día se convirtieron en una sucesión de rápidas nubes que amenazaban con tapar las famosas montañas que dan nombre al parque, Las Torres del Paine.

La puesta de sol no deparó mucho de sí, con unas nubes tapando por completo las torres y unos bellos colores en el cielo, detrás nuestra, dónde no había mucho con lo que acompañar las fotos. Tocaba irse de vuelta a las tiendas y desear que el amanecer a las 5:00 de la mañana deparase mejores cosas.

Personalmente no me costó mucho despertarme, a las 2:00 de la mañana empezamos a conocer en nuestras carnes los famosos vientos de la zona. A pesar de estar en una zona bastante abrigada los golpes de viento en la tienda se notaban, haciendo que uno durmiese menos de lo deseado y con serias dudas de como estaría la situación en el amanecer.

Mis temores no se cumplieron, los vientos no trajeron un montón de nubes, las torres estaban ahí esperándonos para ser fotografiadas, y rápidamente nos montamos en la furgoneta para llegar hasta una zona que habíamos visto el día anterior. Todo prometía que el amanecer iba a ser de lo mejor, menos por un detalle. El viento era horrible, era imposible conseguir que mi 70–200 estuviese estable (tengo que estudiar seriamente el anillo que aguanta mi lente a la rótula), con liveview puesto en zoom 10x claramente se veía como la imagen trepidaba un poco. A regañadientes no quedó más remedio que subir el ISO a 800 para conseguir una velocidad de disparo por encima del 1/100 y así evitar que dichos golpes de viento afectasen a la imagen final. Si exceptuamos eso, tuvimos uno de los mejores amaneceres de todo el viaje.

Guanaco delante de las Torres

Guanaco posando delante de abundante grupo de fotógrafos.

Mientras bajábamos de regreso a la furgoneta vimos un grupo de guanacos en el camino y decidimos estar fotografiándolos un rato (fotos de animales irán en otro artículo), para después irnos al camping, desmontarlo todo, y poner camino al Lago Pehoé y su camping, donde dormiríamos el resto de los días que íbamos a estar en el parque.

Estaba claro que ya estábamos en la zona por donde se suele mover la gran parte de los turistas, nos cruzamos durante el camino con un montón de ellos, y otros tantos que vimos pasar mientras pagábamos el permiso de entrada en el parque natural (esta zona no era de libre acceso como en el caso del Lago Azul). En Pehoé tocó volver a montar el campamento y volver a sentir algo de civilización, dado que a parte de un restaurante, dónde iríamos a comer todos los días, también tenían internet por satélite (paciente tenía que ser uno…). Una de las pocas zonas en el parque donde podías decir a tu familia que seguías vivo, dado que no hay servicio de telefonía en ningún lado.

Al amanecer siguiente, con más prisas de las deseadas nos acercamos hasta la famosa cascada Paine en el río Paine a fotografiar el amanecer. El viento seguía pegando fuerte, pero aquí estábamos un pelín mas resguardados que en el caso anterior. A parte de que el grueso de las fotos las hice con el 17–40, que no presentaba el mismo problema que mi 70–200.

Cascada Paine

Amanecer en Cascada Paine.

Y este fue la última vez que nos pasamos a fotografiar las Torres. A partir de este momento comenzaba nuestra desesperada odisea de fotografiar los Cuernos del Paine con buena luz. Pero eso ya es otra historia.

La segunda parada en nuestro viaje fotográfico por la Patagonia y organizado por nuestro amigo Alejandro Blanco fue Puerto Natales. Bueno, lo correcto sería decir que fue la segunda y una de las últimas, dado que Puerto Natales se considera entrada del Parque Nacional de Torres del Paine y por donde volveríamos unos 14 días después, ya casi despidiéndonos de la Patagonia de la que nos habíamos enamorado. Así que esta pequeña ciudad casi se convertiría en nuestra bienvenida y nuestra despedida.

Anochece en Puerto Natales

Calma en Puerto Natales.

Puerto Natales se localiza a las orillas del Canal Señoret y es la ciudad más cercana al Parque Nacional de Torres del Paine. Tal vez por esto, casi todos los comercios que veíamos parecían centrados en hacer negocio con las grandes cantidades de turistas que día tras día se acercan a visitarlo. Desde restaurantes, pasando por las típicas tiendas de recuerdos, hasta agencias que te organizaban cualquier tipo de excursión o te facilitaban los alquileres de coches. Ahora mismo están intentado ampliar su pequeño aeropuerto para que puedan operar aviones más grandes y modernos. Lo cual probablemente no está haciendo mucha gracia a sus vecinos de Punta Arenas.

Amanece en Puerto Natales.

Amanece en Puerto Natales.

El nombre de Natales viene del río del mismo nombre que pasa por el pueblo. En el año 1894 dos alemanes andando por al zona se encontraron con el río el 24 de Diciembre y decidieron ponerle el nombre de “Natalis,” que en latín significa nacimiento. Poco a poco a la zona llegaron más colonos alemanes, con lo cual el gobierno chileno decidió reservar una zona de unas 200 hectáreas para la construcción de una futura ciudad el 18 de Mayo de 1906. Oficialmente Puerto Natales se fundaría el 18 de Mayo de 1911.

La lluvía llega a Puerto Natales

La lluvía llega a Puerto Natales.

Y tal como podéis empezar a imaginar por las fotos que os estoy mostrando con el texto del artículo el mayor atractivo fotográfico fue la pequeña “playa” al lado del canal con su pantalán completamente destrozado. La verdad es que con la vista que tenía alrededor era bastante impresionante. Nos faltó un buen amanecer ahí los días que estuvimos, pero algo pudimos hacer.

Soleado amanecer en Puerto Natales

Soleado amanecer en Puerto Natales.

En el camino de vuelta estaba claro que tanto amanecer a las 5:00 de la mañana y anochecer a las 22:00 había acabado con nosotros. El ritmo en la ciudad era muy distinto, disfrutando tranquilamente de los salones del Hostal Amerindia mientras terminábamos de asegurarnos que todos los backups de las fotos estaban bien hechos. O acercándonos hasta la Estancia Consuelo para disfrutar de un magnífico cordero al palo (denominación chilena), una magnífica forma de decir adiós a nuestro periplo por Chile y Argentina (con el permiso de una sesión fotográfica a pingüinos que tuvimos al día siguiente).

Fotógrafos en la hierba.

Fotógrafos en la hierba.

Y hasta aquí han llegado las fotos de muelles, en las siguientes entradas los platos fuertes y demás animales.

¿Quién me iba a decir a mí que gracias a conocer a mi amigo Alejandro en un taller invernal en Urbasa acabaría en la otra punta del mundo el año pasado? Este fotógrafo chileno se pasó el 2012 por este hemisferio norte y el pobre tuvo la mala suerte de conocerme a mí, y aún por encima tener después de aquel taller que aguantarme como amigo. Rápido escapó de vuelta a Chile, donde nos organizó un tour fotográfico por el sur de su país, y hasta allí nos fuimos este pasado mes de Diciembre un grupo de amigos (Toni, Manel, Alex, y Albert).

Fueron unos 15 días de viaje por la Patagonia (y tranquilos, no será como la narración de mi viaje a Escocia, no tendréis 15 entradas narrando hasta el último detalle de cada día, iré por zonas). 15 días que recordaré siempre, con una compañía inmejorable (bueno, estoy exagerando un poco…), y un guía fantástico.

Pantalán en Punta Arenas

Mirando al Estrecho de Magallanes en Punta Arenas.

Después de casi un interminable día volando, de Barcelona a Madrid, de Madrid a Santiago de Chile y de Santiago de Chile a Punta Arenas, llegamos a nuestro primer destino del viaje. Nuestro único objetivo aquí era descansar después de estar casi un día sin dormir en el avión.

Embarcadero en Punta Arenas

El sol ya se ha puesto en Punta Arenas.

La ciudad de Punta Arenas está casi al sur de todo de Chile y al lado del Estrecho de Magallanes, y básicamente hasta allí fue a donde nos acercamos hacer fotografías de puesta de sol. Después de dedicar el día a recorrer la ciudad, hacer compras para los días de acampada que teníamos por delante y disfrutar de la gastronomía chilena, en particular a empezar a ingerir Calafate aunque fuese en forma de cerveza (los motivos ya los explicaré en otra entrada).

Poco a poco iré poniendo el resto de las fotos y historias. Llevará tiempo dado que soy un desastre y todavía no tengo ni el 10% seleccionado ni procesado, pero la vida de vez en cuando se pone en medio de los temas importantes.

Mi último día en fotográfico Escocia (estaría un día más, pero ya sería para conducir hasta el aeropuerto y pillar mi avión de vuelta) y, por desgracia, las cosas no parecían empezar bien. Eran las 3:00 a.m. de la mañana y una intensa lluvia presagiaban lo que al final pasó, ni una sola foto de amanecer.

Regresé temprano al hostal pensando «bueno, ¡Al menos tengo más tiempo para dormir!». Craso error, a las 8:00 a.m. alarma antincendios a toda caña, salir hasta fuera con el fresquillo que hacía para que después me comenten que se había disparado por error… Bueno, ya que estábamos despiertos, bien podíamos empezar la mañana con un ducha y desayunando en el hostal.

Glen Coe

Glen Coe.

Último día y últimas oportunidades, así que a pesar de las pocas horas de sueño, estoy bastante despejado para intentar aprovecharlas al máximo. Las nubes de lluvia de la noche anterior todavía no han roto del todo y me crean oportunidades fotográficas nada más salir del hostal. Paso unos minutos fotografiando una cascada y parecía que mi mala suerte del día anterior continuaba. Me era imposible aflojar la rótula para liberar la zapata del 70-200 del trípode. Después de mucho luchar y dejarme la piel, literalmente, decido que es hora de optar por una segunda estrategia, acercarme hasta una gasolinera.

Cascadas en Glen Coe

Cascadas Glen Coe.

En la gasolinera oportunamente tiene una gran selección de herramientas de ferretería. Termino comprando un pequeño juego de llaves (20 libras que me costó la broma) y la rótula se rinde a la primera (ahora mismo un accesorio extra que va conmigo en la mochila es una herramienta multiusos que incorpora unos alicates).

Nada, de regreso al valle, más fotografías entre millones y millones de turistas que también estaban visitando la zona (era sábado), más fotos, y el trípode sin dar señales de querer fallar de nuevo. Poco a poco iban pasando las horas y las nubes comenzaban a marcharse dejando lugar a un fuerte sol que ya indicaba que no era mala idea ir a comer.

Arco Iris en Loch Bà

Arco Iris en Loch Bà.

Para de nuevo en la gasolinera anterior, donde al lado había un remolque hamburguesería, y empiezo a tratar con la primera escocesa a la cual tengo dificultades para entender ¡y yo que pensaba que hasta ese momento era un mito!… Con un poco de gasolina más en el deposito y una comida caliente al estomago, para variar, me dirijo hasta el Castillo Stalker, con un sol del medio día cada vez más fuerte que hacen que mi visita al mismo sea más turística que otra cosa.

Puesta de Sol hacia Loch Etive

Puesta de sol hacia Loch Etive.

Se acercaba la hora de la puesta de sol y el momento de regresar hasta la zona Rannoch Moor, para ver si tenía la suerte que no tuve el día anterior. Pero por el camino, bueno, hay que desviarse un poco, vuelvo a recorrer Glen Etive, que había visto alguna cosita que podría resultar interesante. Alguna fotografía por aquí y por allá, y la hora de la puesta de sol se me echaba encima.

Ya me lo habían advertido anteriormente; Dado que la capa de tierra sobre la roca no es muy grande, si llueve muy continuamente es muy fácil que la tierra se vuelva pantanosa. Los alrededores de Loch Bà realmente estaban bastante difíciles de caminar si no ibas con unas buenas botas de pesca, lo cual obviamente no era mi caso. Después de enterrarme un par de veces llegué a una localización que prometía bastante, desde varios ángulos tenía bastante cosas que fotografiar y el cielo prometía cosas interesantes.

Puesta de Sol en Loch Bà

Puesta de Sol en Loch Bà.

Tuve un poco de todo, sol entre nubes rotas, algún arco iris pasajero de alguna lluvias despistada de la mañana que caía a estas horas, islas pequeñas iluminadas por el sol… Realmente, fue una despedida digna del viaje.

Puesta de Sol en Loch Bà

Puesta de Sol en Loch Bà.

Bastante contento de la puesta de sol regresé al hotel para empezar a preparar las cosas. A la mañana siguiente intenté fotografiar el amanecer, para encontrarme con una niebla de lo más densa, y realmente creo que perdí oportunidad de hacer fotos interesantes. No es que las circunstancias impidiesen hacer algo decente, es que yo no estaba funcionando. ¡Qué le íbamos hacer! Tocó volver al hostal, dormir algo más, y empezar el tetris de la maleta, pera intentar volver a encajar todas las cosas dentro de ella, lo cual siempre es más fácil cuando se hace en casa con todo bien doblado… Una vez terminado el desayuno, varias horas de conducción hasta Edimburgo, mientras repasaba en mi cabeza los buenos momentos vividos durante este viaje.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies