amanecer

Amanece en el Old Man of Storr

Vamos a variar un poquillo de tanta foto de otoño que llevo publicadas últimamente y vamos a una del verano pasado en la isla de Skye en Escocia, una clásica vista del Old Man of Storr. Old Man es una forma muy típica que tienen en las islas británicas de llamar a formaciones rocosas que consisten básicamente en grandes columnas de piedra que todavía resisten la erosión de la naturaleza. El Old Man of Storr es desde luego una de las más famosas de ellas.

Para fotografiar el Old Man of Storr teníamos en mente dos posibilidades, de entrada estábamos pensando fotografiarlo cerca de su base. Para ello, el día anterior, dos el grupo de tres que íbamos, nos pegamos la caminata que hay hasta arriba, de unos 40 minutos, sorteando filas y filas de turistas. Pero cuando llegamos a su base nos encontramos un paisaje un pelín más dantesco… estaban rodando una película con el despliegue de medios más grandes que había visto nunca.

Por donde subía la gente había varios operarios apartándola por que venían dos helicópteros a aterrizar con más material o personal. Nos vamos a otra esquina para ver las vistas y nos echan de allí por que estaban rodando un plano con caballos y actores vestidos con trajes medievales. Detrás de todo aquello había varias carpas montadas con material para seguir rodando y guardar a los actores de las inclemencias del tiempo. Teníamos pensado hacer la foto de amanecer, y realmente no nos apetecía madrugar y, al llegar arriba al día siguiente, encontrarnos todo este paisaje.

Así que optamos por la segunda opción, fotografiar desde un lago que había cerca del Old Man of Storr y donde no había nadie rodando una película, la única pega de esta localización es que se ve algo la carretera que discurre a lo largo del mismo.

A la mañana siguiente nos levantamos como dos horas antes del amanecer, conducimos hasta ahí, y nos encontramos con un cuarto fotógrafo que conocíamos y también estaba por la zona. Los cuatro bajamos hasta el borde del lago, tres de nosotros con la suerte de llevar botas de agua, dado que el terreno estaba bastante encharcado. Mientras esperábamos el amanecer, buscamos el encuadre apropiado… con la suerte de que había unas nubes que hacían de boina a la montaña.

Amanece en el Old Man of Storr [Sony A7 II con Canon 70-200f4 IS L. Foto sacada a ISO100, f16 y 0,4 de segundo de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2016.

El resultado es esta foto que podéis ver sobre este texto. Bueno, el encuadre que os he escogido para mostrar, dado que saqué bastantes imágenes esa mañana… Una composición simétrica, para destacar el reflejo del mismo sobre el agua. Tuvimos suerte con el viento, hacía el suficiente para no tener midges molestando, pero no tanto como para que nos estropease la pequeña porción de lago calmada donde se reflejaba la montaña y las nubes, entre las hierbecillas.

Frío amanecer en Ordesa

En este otoño que ya está a punto de terminar pasé unos días en el parque natural de Monte Perdido y Ordesa, una de las zonas más bellas de nuestros Pirineos que os recomiendo visitar alguna vez. Ya era nuestro segundo día ahí y ya teníamos más o menos pensado a donde ir hacer el amanecer, un puente curioso que habíamos visto un poco más abajo del parking de la Pradera de Ordesa.

Llevábamos ya varios días de anticiclón en la zona, así que esa mañana, cuando ya salimos al coche para desplazarnos hasta la zona escogida, ya sabíamos que iba a ser bastante fría. Según subíamos hacia el parking ya vimos que la carretera tenía una buena capa de helada encima… la conducción no era peligrosa, pero cada vez que subíamos veíamos como el termómetro del coche se iba acercando a 0, aunque nunca llegamos a bajar de él.

Una vez allí, y completamente a oscuras, cogemos los trastos y nos ponemos a caminar hacia la zona escogida. Con cuidado dado que parte del camino iba por la carretera y subían coches, tal vez otras personas con intención de fotografiar, aunque lo más probable era que fuesen montañistas que querían empezar temprano alguna ruta por la zona.

Ya sabíamos que la montaña se iba a iluminar, se había iluminado el día anterior, y hoy parecía que aun había menos nubes que el día pasado. Pero siempre, en estas circunstancias, cuando ves que se acerca la hora que se supone que el sol sale a través del horizonte, uno se pone nervioso… viendo como todavía no pilla color la montaña.

Había decidido hacer la foto desde el puente, estaba junto a un compañero y ahí los dos estábamos esperando a que empezase el espectáculo, sin embargo, la tercera persona que venía con nosotros se fue hasta un prado que había al lado. El prado estaba precioso con la escarcha que había caído durante toda la noche.

Al final, cuando el sol empezó a iluminar la montaña, y viendo que mucho más no iba a mejorar la foto desde el puente, decidí correr hasta donde estaba mi otro compañero (y el que estaba a mi lado que se había cansado del puente antes que yo), a ver si conseguía una foto del prado con la montaña con tonos cálidos de fondo. Este fue el resultado:

Frío amanecer en Ordesa

Frío amanecer en Ordesa [Sony A7 II con Canon 70-200f4 IS L. Foto sacada a ISO100, f13 y 1/4 de segundo de tiempo de exposición (4 fotos enfocadas en distintas zonas y unidas después en Photoshop). Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2016.

La foto me hubiese gustado hacerla con algo más de prado delante, pero tenía miedo de que la luz se marchase, y la lente que tenía montada en ese momento era el 70–200, así que está hecha a 70 mm. Eso también hace que tuviese que hacer varias tomas, dado que era imposible tener todo enfocado… tomé unas 4 imágenes enfocadas en distintos puntos, las cuales las revelé de igual manera usando Lightroom para después unirlas todas en Photoshop, para crear una imagen enfocada desde el primer plano hasta la montaña de fondo.

Amanecer en el Estany Negre

A principios del mes de octubre mi amigo Alex me dijo de subir hasta el Refugio de Josep María Blanc, en el Parque Nacional de Sant Maurici i Aigüestortes, en Lleida. La idea era pasar allí el fin de semana antes de que empezase la temporada de otoño, la cual nos llevaría a otras zonas no tan altas con árboles de hoja caduca.

No nos informamos mucho antes de subir y la idea que llevábamos en mente, la de usar el Estany Tort de Peguera o el Estany Trullo como primeros planos la tuvimos que desechar rápidamente. Estaban reparando la persa de ambos estanques y no tenían ni gota de agua.

Subimos un poco más arriba para ver como estaba el Estany Negre. Probablemente debido a lo poco que ha llovido este año y la poca nieve que cayó en el invierno, el estany no estaba tan lleno como siempre, lo cual permitía andar por su orilla. Así que decidimos usarlo como lugar principal para nuestras fotos durante el fin de semana… un fin de semana que prácticamente no vimos ni una nube.

Nos levantamos antes del amanecer el domingo, lo cual probablemente hizo que más de uno o una en el refugio donde dormíamos se acordase de nuestra familia y nos fuimos hasta el Estany Negre, a una localización que ya teníamos mirada el día anterior. No teníamos nube hacia las las montañas que esperábamos que pillasen color, pero no sabíamos mucho por donde iba a salir el sol, un montículo nos tapaba la visión.

Cuándo llegamos parecía que ya había una luz rara sobre las montañas, lo cual nos ponía nerviosos sobre que sí que se iban a iluminar. Pero después empezaron a perder relevancia cada vez que había más luz en el ambiente, todavía no había amanecido, pero esto que ya he observado en otras ocasiones, no deja de poner nervioso a uno ¿se iluminarán? ¿no se iluminarán?

Puntuales como un reloj, al minuto exacto que sabíamos que el sol superaría el horizonte, el piquito de la montaña se empieza a poner rojo… unos breves minutos después, esta sería mi fotografía que refleja ese momento:

Amanece en el Estany Negre

Amanece en el Estany Negre [Sony A7 II con Canon 17-40f4 L. Foto sacada a ISO100, f13 y 1/6 de segundo de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2016.

A parte de una buena fotografía, ese viaje me recordó que debería recuperar algo mi forma… ya había hecho esa ruta en el pasado, pero de esta vez la bajada terminó con mis piernas, menos mal que conducía Alex.

Nuestro tercer día tocaba llegar hasta el lugar más esperado por todos, las Torres del Paine. Después de un amanecer en Puerto Natales, el organizador de nuestro viaje, Alejandro Blanco llenó el deposito de combustible hasta los topes de nuestra furgoneta. Una vez dejásemos Puerto Natales conseguir combustible sería casi imposible. No hay gasolineras cerca del parque, y la única forma, ya casi en caso de emergencia, sería preguntar en los diversos hoteles si nos la vendían a unos precios, por decirlo de una forma, poco económicos.

Amanecer en Torres del Paine

Amanecer en Torres del Paine

El camino desde Puerto Natales pronto pasaría a ser una carretera de tierra, el último vestigio de población que vimos fue la pequeña villa de Cerro del Castillo. Pronto entraríamos en una zona donde mirases a donde mirases lo raro sería ver una casa. Bueno, algún hotel de lujo había por el camino, obviamente fuera de nuestro limitado presupuesto.

Nuestro destino era llegar hasta el Lago Azul, al norte del parque natural, camino lento dado que cada segundo había que parar a fotografiar manadas de guanacos con las que nos cruzábamos.

En el Lago Azul se encuentra un camping gratuito donde puedes estar un máximo de 1 noche. Y allí era nuestra primera parada. Antes de ponernos a comer haciendo unos bocadillos con las provisiones compradas anteriormente tocó montar el campamento. A pesar de que no hacía ni pizca de viento, todo completamente calmado, colocamos las tiendas bastantes protegidas en caso de que la situación cambiase, y vaya si cambió durante la noche.

Amanecer en Torres del Paine

Amanecer en Torres del Paine, un minuto después.

Mientras hacíamos fotos a unas flores esperando la puesta de sol, empezamos a temer por lo peor. Los cielos despejados que tuvimos todo el día se convirtieron en una sucesión de rápidas nubes que amenazaban con tapar las famosas montañas que dan nombre al parque, Las Torres del Paine.

La puesta de sol no deparó mucho de sí, con unas nubes tapando por completo las torres y unos bellos colores en el cielo, detrás nuestra, dónde no había mucho con lo que acompañar las fotos. Tocaba irse de vuelta a las tiendas y desear que el amanecer a las 5:00 de la mañana deparase mejores cosas.

Personalmente no me costó mucho despertarme, a las 2:00 de la mañana empezamos a conocer en nuestras carnes los famosos vientos de la zona. A pesar de estar en una zona bastante abrigada los golpes de viento en la tienda se notaban, haciendo que uno durmiese menos de lo deseado y con serias dudas de como estaría la situación en el amanecer.

Mis temores no se cumplieron, los vientos no trajeron un montón de nubes, las torres estaban ahí esperándonos para ser fotografiadas, y rápidamente nos montamos en la furgoneta para llegar hasta una zona que habíamos visto el día anterior. Todo prometía que el amanecer iba a ser de lo mejor, menos por un detalle. El viento era horrible, era imposible conseguir que mi 70–200 estuviese estable (tengo que estudiar seriamente el anillo que aguanta mi lente a la rótula), con liveview puesto en zoom 10x claramente se veía como la imagen trepidaba un poco. A regañadientes no quedó más remedio que subir el ISO a 800 para conseguir una velocidad de disparo por encima del 1/100 y así evitar que dichos golpes de viento afectasen a la imagen final. Si exceptuamos eso, tuvimos uno de los mejores amaneceres de todo el viaje.

Guanaco delante de las Torres

Guanaco posando delante de abundante grupo de fotógrafos.

Mientras bajábamos de regreso a la furgoneta vimos un grupo de guanacos en el camino y decidimos estar fotografiándolos un rato (fotos de animales irán en otro artículo), para después irnos al camping, desmontarlo todo, y poner camino al Lago Pehoé y su camping, donde dormiríamos el resto de los días que íbamos a estar en el parque.

Estaba claro que ya estábamos en la zona por donde se suele mover la gran parte de los turistas, nos cruzamos durante el camino con un montón de ellos, y otros tantos que vimos pasar mientras pagábamos el permiso de entrada en el parque natural (esta zona no era de libre acceso como en el caso del Lago Azul). En Pehoé tocó volver a montar el campamento y volver a sentir algo de civilización, dado que a parte de un restaurante, dónde iríamos a comer todos los días, también tenían internet por satélite (paciente tenía que ser uno…). Una de las pocas zonas en el parque donde podías decir a tu familia que seguías vivo, dado que no hay servicio de telefonía en ningún lado.

Al amanecer siguiente, con más prisas de las deseadas nos acercamos hasta la famosa cascada Paine en el río Paine a fotografiar el amanecer. El viento seguía pegando fuerte, pero aquí estábamos un pelín mas resguardados que en el caso anterior. A parte de que el grueso de las fotos las hice con el 17–40, que no presentaba el mismo problema que mi 70–200.

Cascada Paine

Amanecer en Cascada Paine.

Y este fue la última vez que nos pasamos a fotografiar las Torres. A partir de este momento comenzaba nuestra desesperada odisea de fotografiar los Cuernos del Paine con buena luz. Pero eso ya es otra historia.

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