La mayor parte de mis fotografías están tomadas en temperaturas que deben oscilar entre los 10 grados celsius a los 30 y pocos. Bajo esas circunstancias no había notado para nada el fenómeno típico de las baterías de litio (las que se usan habitualmente en cámaras digitales), en el cual cuanto más frío hace, más rápido pierden su capacidad. Estas pequeñas excursiones que estuve haciendo durante esta primera parte del año a los Pirineos me están recordando lo contrario.
Las baterías de litio están diseñadas para funcionar bien en determinado rango de temperaturas, y al igual que los humanos no les gusta mucho ni el frío ni el calor, en condiciones extremas. Si salís con vuestra cámara hacer fotos lo que menos deseáis es que la batería os deje tirados. Con frío bajo cero realmente es increíble ver lo que se reduce el tiempo de uso de batería de litio. Así que uno de los consejos a seguir que probablemente ya escuchasteis en muchas ocasiones es mantener vuestras baterías calientes. Lo habitual es meterlas en algún bolsillo interior de vuestra ropa, de esta forma se mantienen a una temperatura decente y son capaces de conservar mucho mejor la carga.
Otro pequeño truco, es cuando una batería os deja de funcionar en condiciones de frío, cambiarla por uno de repuesto, y esta batería ya gastada guardarla de nuevo en un bolsillo interior vuestro. Al rato, cuando regrese a una temperatura más elevada, la podéis meter en la cámara de nuevo y os dará para sacar unos cuantos disparos más, hasta que se vuelva a enfriar y deje de suministrar carga eléctrica. Incluso otro consejo útil, es disparar durante varios minutos con una batería, y cambiarla periódicamente con otra que mantengamos caliente, de esta forma estiraremos la carga de ambas lo máximo posible.