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Atardecer en Lough Leane

En el año 2014 dos amigos y yo decidimos visitar Irlanda con el objetivo de disfrutar de sus maravillosos paisajes. Nuestros últimos días los pasamos en el Lough Loane. Un lago que está cerca del pueblo de Killarney hacia el suroeste de la isla.

Había sido un día gris, así que cuando empezó la puesta de sol y vemos como el castillo de Ross que está justo al lado se pone completamente naranja por la luz de sol nos sorprendemos.

Pero eso no iba a ser todo lo que daba el día. Una vez el sol dejó de iluminar el castillo, corremos detrás nuestra dado que el cielo estaba cogiendo un color increíble a nuestras espaldas, justo por donde se ponía el sol.

Desde un embarcadero intento pillar ese colorido reflejado en el lago, cuando justo en ese momento veo acercase una barca (vale, que alguien que entienda de estas cosas me diga como se llama exactamente esa embarcación) por el rabillo del ojo. Ahí recuerdo una pequeña parálisis mental… ¿Qué hago? ¿Subo el ISO para aumentar el tiempo de exposición? Al final, en esos segundos, me di cuenta de que no había tiempo, simplemente pulsé el disparador cuando la barca entró en el encuadre… creo que el movimiento conseguido, más por azar que por meditación, mejora la fotografía.

Botes en Lough Leane

Botes en Lough Leane [Canon 5D Mark II con Canon 17-40f4 L. Foto sacada a ISO100, f13, 0,5 de segundo de tiempo de exposición. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Atlantic Light por Peter Cox

Ya hace algún tiempo que conocía el trabajo del fotógrafo Peter Cox cuando decidí el año pasado ir de escapada fotográfica a Irlanda. Para documentarme en el viaje me compré su libro The Irish Light, donde recopilaba gran parte de su trabajo fotografiando Irlanda, de donde es originario. Peter Cox decidió el año pasado comenzar un nuevo proyecto de fotografía aérea que culmina con su nuevo libro y motivo de este artículo Atlantic Light. Después de haber disfrutado su primer libro, este era uno que estaba seguro que iba a entrar mi lista de la compra.

Para su segundo libro, Peter Cox decidió crear un libro sobre un tema específico, no una selección de sus mejores imágenes como había sido el libro anterior. El gobierno de Irlanda estaba por esa época promocionando una ruta automovilística por la costa oeste de Irlanda, la costa Atlántica. Peter decidió que podría ser un buen tema para su libro.

Tenía en mente usar fotografías aéreas para el mismo, por lo cual decidió adquirir un drone capaz de llevar una cámara réflex para abaratar costes (a la larga era más barato que alquilar helicópteros o avionetas). Con las primeras fotografías que empezó hacer decidió que el libro sería exclusivo de fotografías aéreas lo cual complicaba enormemente el proyecto. El drone no podía volarse con lluvia o vientos fuertes, algo que se sufre bastante en Irlanda.

Poco a poco las imágenes se fueron recopilando y el libro tomando forma. Peter Cox decidió financiarlo a través de Kickstarter, y aquí es donde entro yo, decidí colaborar con el proyecto. Mi recompensa fue una copia firmada del libro, que es la que estoy comentando ahora.

Al igual que el libro de Joe Cornish, Scotland’s Coast (comentado en este blog), Peter Cox presenta un mapa al lado de cada foto donde claramente indica donde fue sacada la misma. Esto es una gran ayuda para preparar futuras escapadas fotográficas dado que te puede dar idea de buenas localizaciones donde empezar a explorar una zona del país.

También cada foto tiene una descripción de cada zona con alguna anécdota de cuando hizo la captura. Es interesante mencionar que si os gusta la fotografía de faros, el trabajo de Cox os va encantar, dado que como él mismo indica tiene predilección por los mismos.

Un interesante libro de Irlanda, que después de haberlo visitado, estas visiones aéreas que nos ofrece el autor me hacen ver que solamente vi la punta del Iceberg y que tal vez más viajes en el futuro merezcan bastante la pena.

Tenía pendiente desde hace un par de meses narrar nuestras peripecias por el último condado que visitado en nuestro viaje a Irlanda, uno de los más famosos para los amantes del paisaje y la fotografía de naturaleza: Co Kerry.

Quedaban 3 días de viaje y nos volvimos a levantar por última vez al lado de los acantilados de Moher, intentando fotografiar de nuevo un amanecer en la zona. No hubo suerte, unas ligeras pinceladas de color y de vuelta la lluvia. Co Clare se despedía de nosotros como nos había recibido. Tocaba el momento de empezar nuestro camino a la península de Dingle, en el condado de Kerry.

Anochece en Dingle

Anochece en Dingle [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,3 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Después de dejar las cosas en el hotel nos vamos a explorar la zona de Dunquin Pier, la idea era fotografiar ahí la puesta de sol. Como siempre nos liamos y nos lleva la exploración más tiempo del necesario, así que corriendo de vuelta para cenar en el primer restaurante que nos encontremos.

De regreso a Dunquin Pier tomamos varias fotos por el camino, apartándonos a un lado cada vez que pasaba un coche por la estrecha carretera. Durante la puesta de sol comienza el estrés, la foto inicial con el Dunquin Pier no me convence cuando el espectáculo de luces comienza, así que toca moverme por la zona, cada vez más atraído hacia las dos islas que se veían al fondo: Great Blasket y Irishtooskert (entre otras).

Fotografiando en Dunquin Pier

Fotografiando en Dunquin Pier. © Manel Galera Medina 2014.

Al día siguiente ya nos marcharíamos de la zona. La lluvia de nuevo nos estropearía el amanecer y como de esta vez sí que teníamos tiempo, exploramos un poco más la zona de Dingle para guardar en la mente posibles localizaciones en el futuro, después de todo, por una vez en este viaje, nos sobraba el tiempo.

Lluvioso día en Killorglin

Lluvioso día en Killorglin [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 1/125 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Llegaríamos al mediodía a Killarglin, el pueblo donde habíamos reservado nuestro último bed & breakfast del viaje. Comemos por la zona y ponemos camino a Killarney, el pueblo más importante de lo que se conoce como el anillo de Kerry, una de las carreteras que cada esquina esconde una joya para la gente que le guste la naturaleza.

Últimas horas de luz en el Castillo de Ross

Últimas horas de luz en el Castillo de Ross [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,5 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Nuestra entrada en Killarney no fue muy exitosa. Un grandioso atasco nos esperaba. Parecía que si la mitad de Irlanda estuviese ahí de vacaciones. Con un poco de paciencia conseguimos cruzar el pueblo y ponernos a explorar los alrededores del lago Leane. Como siempre, y en la dinámica ya curtida durante el viaje, estábamos oteando posibles localizaciones para fotografiar el amanecer al día siguiente.

Antes de cenar nos dirigimos al castillo de Ross, zona donde planeábamos hacer la puesta de sol y queríamos ver antes de cenar, para tener una idea de lo que nos podíamos esperar. Con la experiencia del atasco anterior, decidimos dejar el coche a la entrada del pueblo y acercarnos caminando hasta algún sitio a cenar. No queríamos volver a experimentar el atasco de hace unas horas.

El sol se esconde en el lago

El sol se esconde en el lago [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,3 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Después de cenar llego el momento de fotografiar la puesta de sol. Una vez llegamos al lago y pudimos ver como estaban las cosas parecía que la puesta de sol podría prometer mucho. Curiosamente de esta vez no hubo muchas peleas por la localización, cada uno de nosotros se fue a una esquina diferente.

Tuvimos 3 momentos claramente diferenciados durante esta puesta de sol. De entrada, posicionado para pillar la fotografía de los últimos rayos naranjas del sol golpeando el castillo. Pensaba que eso no iba a ocurrir, dado que el tiempo pasaba y el castillo seguí bajo la sombra de las nubes, pero cuando rompió, aquello se convirtió en un naranja increíblemente saturado que ilumino completamente el viejo castillo medieval.

Estelas de Luz

Estelas de luz [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 0,6 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Justo después de fotografiar el castillo, corriendo a otro lado del lago a empezar a fotografiar el espectáculo de luces de la puesta de sol y las nubes que había alrededor. Irlanda parecía que se quería despedir de nosotros por todo lo alto. Mientras unos recogían sus barcas de remos después de una jornada deportiva por el lago, nosotros fotografíabamos como locos los últimos rayos de sol.

Cascada de Torc

Cascada de Torc [Canon 5D Mark II con Canon EF 17-40 F4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 1,3 seg. Trípode
y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Cuando la hora azul se hizo presente, tocó volver a mirar al castillo, ahora con las nubes azules de fondo y este iluminado artificialmente. Realmente esta era la única foto que tenía en mente cuando llegué ahí. Después de la sesión es probablemente la foto menos interesante de todas las que hice.

Al día siguiente el amanecer sería de lo más soso y realmente ni me he molestado a trabajar ninguna de las fotos que hice en esa sesión. Después, durante el día, nos dedicamos a recorrer diferente localizaciones del anillo de Kerry, evitando los momentos de intensa lluvia. La verdad es que es una zona que uno puede perderse simplemente haciendo fotos.

El atardecer no depararía mucho y al día siguiente tocó levantarse para ir a coger el avión a Dublin. Nuestro periplo irlandés había terminado… habrá que volver en el futuro.

Después de un buen amanecer en la región de Connemara y dar una vuelta por la zona para tomar nota para una futura visita empezamos a poner camino a la segunda localización que más ganas le teníamos después de la Calzada de los Gigantes, los acantilados de Moher.

Pero antes de llegar a la región de Clare en Irlanda, dónde se encuentran los acantilados, teníamos que hacer una última parada en la región de Galway, el castillo de Dunguaire. Nuestra visita fue breve, con una marea baja la verdad es que las posibilidades fotográficas de este bello castillo del siglo XVI se reducían.

El Castillo de Dunguaire

Castillo de Dunguaire [Canon 5D Mark II con Canon 70-200mm f4L IS. Toma sacada a IS0100, f13 y 1/30 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Ya habiendo comido por el camino, llegamos a nuestra base de operaciones para los dos próximos días, el pequeño pueblo de Lisdoonvarna, a 10 minutos en coche de los Cliffs de Moher. Como teníamos claro dónde íbamos hacer la puesta de sol, dedicamos parte de la tarde a ver si había alguna posibilidad de amanecer. Ya estábamos en una parte de la isla donde su costa no se prestaba mucho para salidas de sol, pero nosotros siempre lo intentamos igual. Encontramos una pequeña zona que no nos convencía mucho pero de lo que veíamos no había mucho más donde escoger.

Después de cenar llegamos al plato fuerte, nuestro primer contacto con los famosos acantilados de Moher (Cliffs of Moher), en irlandés denominados como Aillte an Mhothair, que literamente, según la Wikipedia, significa acantilados de la ruina. Son una impresionante pared vertical de hasta 214 metros de altura en su punto más alto. El nombre del Moher viene de una antigua fortaleza que se hizo sobre dichos acantilados (y yo que me estaba esperando alguna leyenda estilo la Calzada de los Gigantes…).

Nuestro primer día en la zona no dio para mucho, la puesta de sol fue sosa, por no decir inexistente. Había unas nubes densas en el horizonte, casi sin detalle, que nos dijeron que era de marcharse a casa cuando se convirtieron en intensa lluvia.

Cliffs of Moher

Cliffs of Moher [Canon 5D Mark II con Canon 70-200mm f4L IS. Toma sacada a IS0100, f11 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Al día siguiente de vuelta a nuestra rutina habitual, levantarnos temprano para hacer el amanecer. Bueno, más que hacer, intentarlo, al llegar al sitio no se veía nada en el horizonte y la lluvia intensa volvió hacer acto de presencia. Tocaba volver al hotel a dormir unas cuantas horas más. La vida del fotógrafo de naturaleza de vez en cuando es super estresante.

Después de un buen desayuno en el hotel donde estábamos durmiendo, nos disponemos a explorar un poco más la costa de la región de Clare (bueno, creo que este fue el día que antes hicimos una parada para comprar mermeladas caseras de la zona). Nuestra pequeña ruta nos llevó hasta el faro Loop Head, tal vez un pelín lejos de más.

Acantilados en Loop Head

Acantilados en Loop Head [Canon 5D Mark II con Canon 70-200mm f4L IS. Toma sacada a IS0100, f11 y 25 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Como la zona estaba nublada con una luz suave, nos dedicamos a fotografiar un poco los acantilados al lado del faro. No eran tan impresionantes como los de Moher, pero daban su juego. Y en este momento es cuando miro el reloj y me doy cuenta de que la habíamos liado de nuevo. Volvíamos a tener el tiempo justo para buscar un sitio donde cenar y regresar hasta los acantilados de Moher para hacer la puesta de sol.

Puesta de sol en Cliffs of Moher

Puesta de Sol en Cliffs of Moher [Canon 5D Mark II con Canon 17-40mm f4L. Toma sacada a IS0100, f13 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Cenando lo más rápido que pudimos, salimos corriendo hasta el aparcamiento de los Acantilados de Moher. La luz empezaba a prometer bastante y queríamos ver donde era el mejor sitio para hacer la foto. Camino hacia donde pensaba que era la mejor posición, un campesino de la zona se acerca hasta a mí y me empieza a comentar que él sabe donde es el mejor sitio para hacer la foto. Mientras caminamos hasta un mirador para indicarme bien donde es el lugar me enseña unas fotocopias de una revista donde hicieron una sesión fotográfica con una modelo en unas de sus fincas, curiosamente la revista es española.

Hora azul en Cliffs of Moher

Hora azul en Cliffs of Moher [Canon 5D Mark II con Canon 50mm f1.8 mark II. Toma sacada a IS0100, f11 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Después de darle las gracias por las indicaciones les digo a mis dos compañeros de viaje que yo empiezo a caminar hacia el sitio. Tenía pinta de que me llevaría unos 20 minutos largos llegar hasta allí y el sol estaba cada vez más bajo. Tuve una breve oportunidad de pillar los últimos rayos de sol antes de que este se escondiese de forma definitiva debajo de unas nubes. Esperamos un buen rato, y hasta que comenzó la hora azul, seguimos confiando de que algún rayo de luz se colase entre las nubes y iluminase de naranja los acantilados, pero no hubo suerte.

Definitivamente no conseguimos lo que buscábamos en la zona de Clare, pero tampoco nos marchamos con las manos vacías. Al día siguiente, después de un infructuoso intento de volver a fotografiar un amanecer en la zona, pusimos camino a la región de Kerry, donde pasaríamos el resto del viaje.

Si mi último viaje fotográfico me había llevado prácticamente al otro hemisferio y a otro continente, este prácticamente se puede decir que me ha llevado aquí al lado. Buscando una alternativa un pelín más económica para este año, un par de amigos y yo terminamos en Irlanda, la isla esmeralda. Conscientes de que nos podíamos encontrar con unos 10 días de viaje fotográfico bajo una lluvia intensa, nos encontramos con el regalo de la naturaleza de un amanecer ó anochecer fantástico todos los días del viaje. Supongo que la mala suerte del viaje vino de los dos golpes que le dimos (bueno, vale, le dí), al coche de alquiler, menos mal que nos forzaron a pillar seguro a todo riesgo (si no lo pillas, la franquicia no baja de los 1500€, demasiado para nuestro gusto).

Anochecer en la Calzada de los Gigantes

Anochecer en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 24m TS-E Mark II. Toma sacada a IS0100, f11 y 1,3 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Bien, que me desvío del tema principal, la fotografía. Nuestro primer día en Irlanda parecía que no empezaba con buen pie. Después de salir con una hora de retraso de Barcelona, más retrasos a la hora de recoger el coche del alquiler, y empezar a conducir bajo una lluvia intensa, las cosas no pintaban bien, pero el ánimo no bajaba.

Nuestro primer destino era Irlanda del Norte, y más concretamente la maravillosa costa de la zona de Antrim, más conocida como “Costa de la Calzada / Causeway Coast”. Nuestro objetivo principal era fotografiar “La Calzada de los Gigantes,” el punto paisajístico más característico de la zona y que la da nombre a dicha costa.

Reflejos en la Calzada de los Gigantes

Reflejos en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 24mm TS-E Mark II. Panorámica compuesta de 3 fotos sacadas a IS0100, f11 y 1,6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

La Calzada de los Gigantes es una maravilla geológica compuesta por unas 40.000 columnas de basalto. Estudios geológicos dicen que esta caprichosa formación de columnas hexagonales (en su gran mayoría) fue formada como hace unos 60 millones de años. Dicha zona tenía gran actividad volcánica y la lava salía de la tierra con una gran cantidad de basalto líquido en ella. Según dicho basalto fue enfriando se fueron formando dichas columnas. Según lo rápido o lento que se enfriase, las columnas serían de diferentes alturas.

Tal vez más interesante que la historia geológica es la historia mitológica irlandesa. Según la leyenda, el gigante irlandés Finn McCool retó al gigante escocés Benandonner. Para poder facilitar la pelea entre ambos, Finn construyó una calzada que iba desde Irlanda hasta la isla escocesa de Staffa. Una vez finalizada dicha calzada, Benandonner decidió aceptar el reto y empezó a cruzar la calzada hasta Irlanda. Cuando Finn empezó a divisar la figura de Benandonner sobre el horizonte se dio cuenta que había retado a un rival mucho más grande que él. En ese momento decidió escapar corriendo a su casa y preguntar a su mujer, Oonagh, que hacer. Oonagh rápidamente escondió a Finn en una cuna gigante y lo disfrazó como un bebé. Cuando Benandonner llegó a casa de Finn, Oonagh le dijo que Finn vendría en un rato, pero al ver el tamaño del “supuesto hijo de Finn”, Benandonner empezó a imaginar el tamaño que tendría Finn y decidió escapar corriendo, destrozando, en su camino de vuelta a Escocia, la calzada. En la isla escocesa de Staffa, en la cueva de Figal, se pueden observar columnas de basalto como las de la Calzada de los Gigantes, lo cual se cree que ayudó a crear la leyenda.

Cascada de Glenoe

Cascada de Glenoe [Canon 5D Mark II con Canon 70-200f4L IS. Toma sacada a IS0100, f11 y 0,8 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Dejándonos de leyendas a parte y empezando una constante de llegar tal vez demasiado justo de tiempos a todos los lados en este viaje, alcanzamos nuestro primer destino, el pequeño hotel/albergue dónde íbamos a dormir los próximos 3 días. Después de dejar las maletas en el hotel, montar mi trípode (no entra entero en la maleta) y preguntar al dueño del hotel restaurantes cerca de la zona, nos vamos corriendo a cenar.

La ventaja era que la puesta de sol estaba para las 22:00 de la noche, así que a pesar de ser las 20:00 aún teníamos margen de tiempo (la desventaja es que al día siguiente amanecía a las 5:00… pero me estoy anticipando). Después de cenar, nos vamos hasta la entrada de la Calzada de los Gigantes.

Dunluce Castle

Dunluce Castle [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100 y f8 (HDR de 7 fotos). Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Era la primera vez que íbamos a esa zona, así que aparcamos el coche al lado de entrada del centro de interpretación dado que parecía que a partir de ahí esta prohibido circular con vehículos motorizados. Hay que caminar unos 15 minutos hasta llegar a la Calzada desde donde dejas el coche (más problema es a la vuelta, que básicamente es cuesta arriba). Y una vez allí, la verdad es que el paisaje es completamente distinto a cualquier cosa que viese en ningún otro lado. Resulta extraño pensar que esas formas hexagonales sea un capricho de la naturaleza.

La lluvia se había marchado, el principal recuerdo de ella eran las resbaladizas rocas de basalto que nos hacían movernos con precaución, y las rápidas nubes que pasaban sobre nuestra cabeza. Pero por dónde se ponía el sol el cielo estaba roto y nos regaló colores tanto en las rocas como en las nubes, y una larga hora de entretenimiento fotográfico.

Baja la marea en la Calzada de los Gigantes

Baja la marea en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 0,8 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

A la mañana siguiente, como habíamos llegado tan justos de tiempo, no teníamos buscado ninguna localización para amanecer, así que decidimos volver a ir a la Calzada de los Gigantes. El fuerte viento y la lluvia nada más llegar hasta allí nos hicieron pensar que la mejor opción era volver al hotel y dormir unas cuantas horas más.

Después de dar bastante vueltas buscando un sitio donde desayunar, empezamos de nuevo nuestra exploración de lugares que fotografiar. Nuestra primera parada The Dark Hedges, una serie de impresionantes árboles plantados alrededor de una carretera que dan lugar a una composición bastante chula (aunque tal vez de posibilidades limitadas, sobretodo si queremos ser originales). El único problema fue no pensar que era domingo, nunca se nos pasó por la cabeza que habría tanta gente.

Anochece en la Calzada de los Gigantes

Anochece en la Calzada de los Gigantes [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 2,5 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Tras mucho esperar a ver si la gente se marchaba a comer, el cielo empezó abrir y ya decidimos irnos a otra localización y si tal por la tarde volver a intentarlo. Nos tocaba un poco de carretera para llegar hasta la cascada de Glenoe. Mientras en The Dark Hedges ni la gente ni la luz nos acompañaron, en Glenoe después de esperar un poco los niños que estaban jugando en el agua se fueran, el sol decidió esconderse detrás de una nube, dejando una luz suave ideal para fotografiar dicho entorno, a pesar de que eran las dos de la tarde.

Contentos con nuestra primera buena foto del día nos fuimos a comer. La idea después de comer era visitar la destilería de Bushmills (¡no todo va a ser fotografía!). Pero en ese momento decidí tener el primer choque del viaje, rasqué otro coche mientras dejaba pasar a otro en un cruce (eso de que el coche crezca hacia la izquierda en vez de hacia la derecha, respecto a la posición del conductor). Una hora larga nos llevó resolver con la chica a la que le rasqué el coche y los de mi compañía de alquiler los papeles del seguro, para cuando llegamos a la destilería ya estaba cerrada.

Amanece en el puerto

Amanecer en el puerto [Canon 5D Mark II con Canon 70-200f4L IS. Panorámica de 11 fotos sacadas a IS0100, f11 y 5 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Pasamos a la siguiente tarea del día, buscar un lugar para fotografiar el amanecer la mañana siguiente. Nos acercamos a una playa cerca de Ballintoy que no nos convenció mucho. Fuimos hasta Ballintoy Harbour buscando Elephant Rock, pero al llegar hasta ella, después de andar una media hora desde donde dejamos el coche, vimos que los ángulos del sol al amanecer no eran nada buenos. El propio puerto de Ballintoy no tenía mal ángulo pero no nos convencía mucho (después averiguaríamos que dicha localización fue usada para grabar la serie de televisión Juego de Tronos). Y sin todavía tener claro donde hacer el amanecer el día siguiente nos fuimos a cenar.

El plan para las horas entre la cena (a las 19:00 de la tarde) y la puesta de sol (las 22:00) ya las teníamos claras desde que comenzamos el día. Primero iríamos a cenar a un pub que vimos al lado de la entrada de la Calzada de los Gigantes, que resultó no ser mala opción. Después nos escaparíamos corriendo a fotografiar Dunluce Castle, para regresar corriendo la última hora antes de la puesta de sol a la Calzada de los Gigantes, que el anochecer parecía que iba a ser mucho mejor que el anterior y nos permitiría continuar disfrutando de tan magnífico paisaje.

Amanecer en Ballintoy Harbour

Amanecer en Ballintoy Harbour [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 6 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

El castillo de Dunluce es bastante impresionante. Siempre que veo una construcción así me imagino lo complicado que debió ser en la época construirlo ¡Aún debe ser complicado hoy mismo! El castillo se alza sobre un acantilado, ¡y cómo no!, también tiene su propia leyenda. Se dice que en el años 1639 durante un gran banquete en una tormentosa noche de invierno, la cocina del castillo, llena de sirvientes preparando la cena, se desplomaron sobre el mar, muriendo todos los sirvientes menos un joven pinche de cocina, que casualmente se encontraba en ese momento en la única esquina que no se vino abajo. Se dice que en las noches de tormenta, se pueden escuchar los gritos de los sirvientes mientras caen al mar en su fatal destino. Parece ser que este accidente fue una de las principales causas por las que sus dueños decidieron no seguir viviendo en dicho castillo.

Mientras estábamos fotografiando el castillo de Dunluce nos encontramos con otro fotógrafo. Como suele pasar en estas ocasiones empiezas hablar: ¡Qué bien/mal está la luz! ¡Esta zona me gusta mucha para fotografiar! ¿De dónde sois? ¡Mi cámara es más grande que la… bueno, mejor dicho, ¡Ahh, tu usas tal cámara! no yo uso esta… etc. Lo bueno de dicha conversación es que averiguamos que a partir de las 21:00 se podía bajar en coche hasta la misma zona de la calzada, lo cual nos daba unos 20 minutos más para fotografiar tranquilamente el castillo.

Colores en Ballintoy Harbour

Colores en Ballintoy Harbour [Canon 5D Mark II con Canon 17-40Lf4. Toma sacada a IS0100, f11 y 6,0 seg. Trípode y disparador remoto utilizado]. © David García Pérez 2014.

Pues lo dicho, acto seguido, para el coche y a conducir los 10 minutos que nos llevarían hasta la calzada. De esta vuelta parecía que había una kdd fotográfica. Debíamos ser como unos 7 fotógrafos por la zona. Otra hora de buena luz, aunque creo que la del día anterior había sido mejor, y de vuelta a dormir en el hotel.

Al final, a pesar de no estar muy convencidos, pensamos que ir hasta la zona de Elephant Rock para hacer el amanecer iba a ser la mejor opción para el día siguiente. Según nos íbamos acercando con el coche, empezamos a observar que hacia el otro lado, en Ballintoy Harbour las luces del amanecer parecían prometer bastante. Cambiamos de idea y caminamos hacía allí. Tuvimos una hora de unos colores espectaculares. Probablemente el mejor amanecer que observamos en todo el viaje.

Más que contentos con el trabajo realizado, regresamos al hotel donde dormiríamos unas cuantas horas para después hacer las maletas y poner camino hacia la zona oeste de la isla. Pero eso ya es una historia para otra entrada en el blog.

Peter Cox es un fotógrafo cuyo trabajo sigo desde hace algún tiempo. Afincado en Irlanda, lleva los últimos años demostrando a través de las fotografías lo bello que es dicha zona de nuestro planeta. Con un estilo de fotografía de paisaje tirando a clasista, es un referente europeo al que prestar atención.

Su último trabajo es el libro The Irish Light, que compré hace un par de meses y terminé de apreciarlo hace un par de días. Es una recopilación de sus fotografías favoritas de Irlanda y dividido en dos secciones: paisajes de mar y paisajes interiores de Irlanda. Como podéis ver en el vídeo que pongo más arriba, como muchos otros proyectos, este libro se financió gracias a técnicas de crowdfunding.

No esperéis en este libro una distribución muy uniforme representando todas las zonas interesantes que fotografiar de Irlanda. Al ser una selección de sus fotografías favoritas, muchas de ellas suelen ser de la misma área de su país natal. Es lo malo que tenemos muchas veces los fotógrafos, tenemos alguna zona a la que solemos volver cada dos por tres.

Por otro lado, si no os gustan las fotografías de faros, tampoco es vuestro libro, el autor tiene una fijación por ellos. Siendo de Galicia, la verdad es que es una fijación que yo también comparto. Pero por desgracia en este caso me ha dado mucha envidia, tiene un montón de fotografías hechas desde avión, helicóptero o barco de faros que se encuentran perdidos en medio de la costa irlandesa que no son accesibles de otra forma. Y la verdad es que algunos de ellos, con las caprichosas formas de los islotes en los que están son impresionantes.

El libro simple y llanamente trae fotografías. A excepción de una introducción del famoso fotógrafo Joe Cornish y una introducción autobiográfica del propio Peter Cox, el libro son páginas y páginas de fotografías, con las famosas páginas finales donde dan detalles técnicos de las mismas.

Hablando del texto me identifiqué bastante con la forma de aproximarse a la fotografía por parte de Peter Cox. Con un periodo de aprendizaje de la técnica largo, se dio cuanta que por ahí mucho no iba a mejorar sus fotografías, y decidió centrarse en aprender y mejorar sus composiciones. A esto último es a lo que aspiro yo, con mayor o menor éxito, desde hace ya algún tiempo.

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